Los activos gestionados alcanzaron los 9,4 billones de dólares en el primer semestre de 2023, frente a los 6 billones de hace cinco años y los 4 billones de hace diez. En la última década, Blackrock ha duplicado su beneficio por acción, de 17 a 34 dólares.

En un momento en que la mayoría de los gestores de activos atraviesan dificultades -por no hablar de la matanza en el mundo de la gestión activa-, Blackrock, en cambio, se beneficia más que nunca de su posicionamiento de "plataforma": dos tercios de sus 25 principales clientes han aumentado su asignación a los productos del grupo en los últimos cinco años.

Es probable que las subidas de tipos orquestadas por el banco central estadounidense lleguen pronto a su fin; las cifras de inflación, por su parte, apuntan en esa dirección. Esto ha llevado a Blackrock a predecir que sus productos de gestión de renta fija tendrán 6 billones de dólares en activos bajo gestión en 2030.

Acaban de superar la barrera de los 2 billones de dólares en activos gestionados, el doble que hace tres años, en plena burbuja de la renta fija.

Un detalle interesante de este trimestre: una cuarta parte de los fondos confiados a Blackrock durante el periodo se invirtieron en productos del mercado monetario; a pesar del repunte del SP500, los inversores siguen adoptando una postura de espera.

En junio, Blackrock reforzó su posición en deuda privada con la adquisición de Kreos Capital. Esta operación en Europa completa el posicionamiento transatlántico de este segmento de negocio, iniciado en 2018 en Estados Unidos con la adquisición de Tennenbaum Capital Partners.

El segmento sigue siendo marginal en términos de activos gestionados, pero la adquisición de Kreos es una interesante apuesta contraria en un momento en el que se está desinflando la burbuja del crédito privado, una burbuja en la que se precipitó una plétora de gestores de activos tras la gran crisis de 2008 y la retirada gradual de los bancos.

No hace falta decir que Larry Fink sabe un par de cosas sobre invertir a contracorriente. Blackrock se convirtió en el gigante que es hoy cuando compró la franquicia iShare de Barclays en 2008, en un momento en que el grupo bancario británico coqueteaba peligrosamente con la insolvencia.

En la misma línea, Fink intentó comprar Crédit Suisse a principios de año, pero el regulador bancario suizo no se lo permitió. El magnate estadounidense de la gestión de activos ha dejado claro que está a la caza de un "elefante" como próxima adquisición "estratégica".
 
Así pues, es seguro que Blackrock sabrá aprovechar perfectamente la próxima gran sacudida de los mercados financieros.