A principios de año, los mercados financieros esperaban con impaciencia la publicación de los principales indicadores de inflación, en particular el IPC de Estados Unidos. En diciembre, se situó en el +3,4% interanual, frente a una previsión del +3,2%, mientras que la versión subyacente "core" (excluidos la energía y los alimentos) se situó en el +3,9%, frente a una estimación del +3,8%.

Aunque el anuncio inmediato no llegó a materializarse, los rendimientos de los bonos estadounidenses consiguieron romper la tendencia bajista iniciada en octubre unos días más tarde. La superación del 4,07% a 10 años abrió la vía a un nuevo repunte hacia el 4,40/4,43%, con un máximo de 4,55/4,60%. Esta recuperación intermedia también permitió al dólar recuperar algo de color, en particular frente al euro.

El EURUSD está probando actualmente un soporte clave en torno a 1,0845, cuya ruptura confirmaría una mayor debilidad hacia 1,0740 antes de alcanzar 1,0645/30.

Lo que suceda a continuación dependerá de las expectativas de la política monetaria estadounidense. Si se mantiene la hipótesis de una bajada de tipos ya en marzo, ello debería beneficiar a las divisas europeas, encabezadas por la libra esterlina y el euro. Del mismo modo, la Reserva Federal ha dejado caer, seguramente bajo la presión del Gobierno estadounidense, que ralentizará su endurecimiento cuantitativo "Quantitative Tightening" a finales de semestre, en vísperas de las elecciones estadounidenses.

Si el rumor se confirma, será otro factor positivo a favor de una subida del euro.

Por el momento, se trata sólo de especulaciones, por lo que es importante seguir de cerca los movimientos de la divisa, especialmente tras las declaraciones de los banqueros centrales, para asegurarse de que el mercado sigue las expectativas. En la versión más optimista, podríamos estar ante una subida hasta 1,20.