Los expertos en seguridad advierten de que la zona podría convertirse ahora en el foco de una lucha en el norte, ya que los grupos rebeldes y el ejército tratan de tomar las zonas que la ONU ha abandonado, desestabilizando aún más Malí, donde también deambulan militantes islamistas vinculados a Al Qaeda y al Estado Islámico.

La violencia en Malí se ha disparado desde junio, cuando la junta militar que tomó el poder en un golpe de Estado en 2021 ordenó la salida de la misión de mantenimiento de la paz de la ONU, que llevaba una década en el país.

La ONU dijo que sólo un pequeño equipo se quedará para supervisar el transporte de los activos y la eliminación del equipo propiedad de la ONU.

"Los fondos, agencias y programas de la ONU estaban en Malí mucho antes del despliegue de la MINUSMA y permanecerán en Malí mucho después de la retirada", declaró el jefe de la MINUSMA, El-Ghassum Wane.

La misión de mantenimiento de la paz en Malí se puso en marcha en 2013 tras una violenta insurrección de los rebeldes separatistas que intentaban hacerse con el control del norte del país y un posterior golpe de Estado dirigido por los militares.

Desde entonces, Mali se ha convertido en el epicentro de un movimiento violento que se ha extendido por África Occidental y ha obligado a huir a millones de personas.