Miles de personas salieron el viernes a la calle en el centro de Budapest para exigir una reforma de la protección de la infancia, encabezadas por Peter Magyar, un antiguo miembro del gobierno que lanzó recientemente un movimiento político que desafía al primer ministro.

La multitud, compuesta por un par de miles de personas, ondeaba banderas y coreaba: "Ya estamos hartos".

Magyar irrumpió en la escena política húngara en febrero, cuando el gobierno del primer ministro Victor Orban ya se tambaleaba por un escándalo de abusos sexuales en una residencia infantil que provocó la dimisión de la presidenta Katalin Novak.

"El gobierno de Orban no garantiza las oportunidades básicas para el correcto desarrollo de los niños. ... No tienen ninguna posibilidad", dijo Magyar.

Como consecuencia del escándalo, el partido gobernante Fidesz presentó el martes un proyecto de ley a la asamblea legislativa que impondría penas más estrictas por abusos sexuales a menores, incluida la imposibilidad de obtener la libertad condicional.

En febrero, Magyar acusó al gobierno de corrupción generalizada y de dirigir un aparato de propaganda centralizado. Desde entonces, Magyar ha conseguido movilizar a los votantes descontentos en protestas masivas.

Los ayudantes de Orban han rechazado sus acusaciones, y la recién creada Oficina de Protección de la Soberanía inició una investigación sobre las sospechas de financiación extranjera de su campaña.

Activistas de derechos humanos y funcionarios estadounidenses y europeos han criticado la Oficina de Protección de la Soberanía y la ley que la creó.

Las elecciones europeas y locales de este año pueden ser las más duras de los 14 años de gobierno de Orban, con la economía húngara en recesión, el escándalo de los abusos golpeando de lleno su plataforma de valores familiares y un recién llegado político que amenaza con poner patas arriba el statu quo.

Aun así, el Fidesz de Orban sigue siendo el partido más popular de Hungría.