Los productores de materias primas rara vez se ven favorecidos por los filtros cuantitativos de Marketscreener -el especialista canadiense en gas natural Tourmaline fue una feliz excepción hace unas semanas-, especialmente cuando demuestran ser incapaces de crear valor para el accionista durante un ciclo completo, como desgraciadamente ocurrió con Acerinox.

Fuente : Superformance.com

Cíclica, altamente competitiva, intensiva en capital en extremo y sujeta a diversas prácticas comerciales desleales -proteccionismo o dumping, a veces ambas cosas a la vez-, la industria siderúrgica y las incesantes dificultades a las que se enfrenta no necesitan mucha más presentación.

Con la excepción de algunas secuencias cortas, ni los grandes productores diversificados ni los actores especializados consiguen generar rendimientos sostenibles y satisfactorios del capital. La estadounidense Nucor fue en su momento un caso especial, pero las realidades económicas del negocio han acabado por alcanzarla. 

Por eso, en general, sigue siendo más prudente acercarse a los valores de las empresas siderúrgicas cotizadas -acciones u obligaciones- como instrumentos de negociación y no desde una perspectiva patrimonial a largo plazo. 

Acerinox no es diferente de sus compañeros. Aunque es difícil y apenas rentable, el grupo tiene un balance bastante bueno. Los beneficios en efectivo - flujos de caja libres (cash flow por sus siglas en ingles)- han sido históricamente desiguales, por no decir inexistentes, pero desde 2017 se ha producido un repunte de entre 150 y 200 millones de euros al año.

Los motivos son tres: en primer lugar, las medidas proteccionistas implantadas por el expresidente Trump en Estados Unidos, que benefician a la empresa española, que cuenta con varios centros de producción al otro lado del Atlántico, donde realiza casi la mitad de su facturación.

Por otra parte, la reciente subida de los precios del acero parece ser puramente cíclica, ya que está vinculada a la reposición inesperada de existencias por parte de los grandes clientes industriales, en particular los fabricantes de automóviles, mientras que los siderúrgicos, aún conmocionados por la pandemia, siguen siendo reacios a reactivar todas sus capacidades. 

Los satisfactorios índices de eficiencia y utilización de los activos de Acerinox la han situado en una posición ideal para beneficiarse de este vigoroso doble viento. La dinámica positiva del flujo de caja es aún más evidente con la suspensión del proyecto de desarrollo en Malasia, así como el fin de un ciclo de inversión en la modernización de infraestructuras en Estados Unidos. 

Por último, el grupo acaba de completar la adquisición de la alemana VDM Metals -el mayor productor mundial de aleaciones especiales- en una operación de 532 millones de euros. Esta operación, que valora a VDM Metals en x5,5 de EBITDA antes de sinergias, debería abrir nuevos mercados aeroespaciales de mayor valor añadido para Acerinox, valorada a su vez en x7 de EBITDA hasta la fecha. 

Estos tres factores juntos están en el origen del reciente impulso, que ha llevado a la cotización ordinaria desde sus mínimos históricos hasta la vuelta a su media de diez años. Al mismo tiempo, un aumento del dividendo -un 4% en la actualidad- tras el éxito de la integración de VDM Metals sería bienvenido.

Por lo tanto, entrar a este precio equivale a apostar por la continuación total o parcial de estas tendencias, que es precisamente lo que hacen los analistas -cuyo consenso es sondeado en tiempo real por Marketscreener- que siguen al grupo. 

Por supuesto, sería desaconsejable perder el sentido de la proporción, o ignorar los riesgos: caída de inventarios, reinicio de la capacidad de producción de los competidores, posible desaceleración del crecimiento chino -que subyace a la sostenibilidad del sector en su conjunto, según la dirección de Acerinox-, etc.

Un cuarto riesgo -que vuelve a ser noticia con la subida de los tipos de interés a 10 años observada en Estados Unidos- sería el retorno de la inflación descontrolada tras la década de políticas acomodaticias llevadas a cabo por los bancos centrales.

Las empresas intensivas en capital se benefician inicialmente de un resurgimiento de la inflación -ya que los ingresos se ajustan en tiempo real, mientras que los activos fijos se contabilizan a su coste amortizado-, pero este impulso se detiene en cuanto se realizan nuevas inversiones.

La inflación galopante conduce a unas necesidades de capital galopantes, incluso cuando los prestamistas dan menos valor a los contratos comerciales a largo plazo - ya que un euro recibido mañana valdrá mucho menos que un euro recibido hoy - y exigen tipos de interés más altos .