Históricamente, esta partida representa entre el 20 y el 30% de los costes operativos de la compañía. Así que sí, Air France-KLM no deja totalmente su destino en manos de la OPEP+: la dirección practica la cobertura, es decir, compra parte de su combustible por adelantado a un precio fijo, para no verse sorprendida por una subida repentina de los precios. Pero, incluso con una buena cobertura, una subida brusca o duradera acaba por perforar el casco presupuestario. Y los márgenes, ya de por sí parcos en este sector, se ven muy afectados.
Se podría pensar que la solución es sencilla: repercutir el aumento del combustible en el precio de los billetes. Pero no es así. Los pasajeros, sobre todo los de clase turista, apretujados como sardinas, no son muy partidarios de las subidas de precios. Entre Ryanair, que vende billetes a 9,99 euros, y las compañías del Golfo, que ofrecen champán en clase turista, la competencia complica mucho la situación.
No siempre se gana
Para demostrar que la política de cobertura no es mágica, basta con consultar el informe anual de Air France-KLM. En 2023, la compañía gastó 7.130 millones USD en queroseno, pero su estrategia de cobertura le costó 17 millones USD. En 2024, el gasto en queroseno se redujo a 6.740 millones USD, gracias al descenso de los precios del petróleo, pero la cobertura totalizó 71 millones USD. En los dos últimos años, la estrategia fue perdedora, en un caso porque el petróleo apenas varió y en el otro porque bajó. La cobertura está calibrada para compensar las grandes variaciones al alza. En otros escenarios, tiene menos interés. Pero el ejemplo anterior muestra que, a pesar de la estrategia de cobertura fallida, Air France-KLM redujo su factura de queroseno gracias a la caída de los precios del mercado, es decir, en términos absolutos, el gasto resultó favorable a pesar de las pérdidas en los contratos a plazo.
United Airlines y American Airlines no se protegen
Desde 2024, la aerolínea franco-holandesa ha optado por cubrir el 68% de su consumo anual a 12 meses. No obstante, cada compañía adopta su propia estrategia. En particular, las grandes aerolíneas europeas históricas suelen practicar una cobertura activa.
Las aerolíneas de bajo coste (Ryanair, easyJet, Wizz Air…) también practican la cobertura, a veces de forma agresiva, ya que sus márgenes son estrechos y su modelo se basa en costes muy predecibles. En Ryanair, el coste del queroseno (incluidos los costes de deshielo y relacionados con el carbono) representaba el 45% de los gastos operativos en 2024, con un riesgo cubierto en un 84%.
En Estados Unidos, algunas compañías como Delta Air Lines abandonaron hace tiempo esas garantías tras experimentar pérdidas por la caída de los precios. Delta incluso compró su propia refinería (Monroe) para controlar su cadena de suministro. Otras, como United Airlines o American Airlines, optan normalmente por no protegerse.