Los tres grandes fabricantes de automóviles alemanes -Volkswagen, BMW y Daimler-, así como el grupo químico BASF, representaron un tercio de toda la inversión europea en China de 2018 a 2021, según el informe.

Alemania en su conjunto, donde la ex canciller Angela Merkel alentó y ayudó activamente a las empresas a entrar en el mercado chino, representó el 43% de la inversión extranjera directa (IED) en esos cuatro años, frente al 34% de la década anterior.

El informe se produce en medio de una creciente preocupación por el creciente control del Partido Comunista gobernante sobre la sociedad y la economía chinas, que ha contribuido a la decisión del nuevo gobierno alemán de reducir la dependencia de China.

Irónicamente, son en parte estos signos de tensiones geopolíticas los que están empujando a algunas empresas a aumentar la inversión en China con el fin de localizar el personal y las cadenas de suministro y, por tanto, blindar el negocio, según el informe.

"La inversión europea se ha concentrado mucho más, tanto en lo que respecta a las empresas que invierten allí, como a los países de los que proceden y a los sectores en los que operan", escribieron los autores.

Alemania, los Países Bajos, Gran Bretaña y Francia representaron el 87% de las inversiones en los últimos cuatro años, frente al 69% de la década anterior, según el informe.

Cinco sectores -automóviles, procesamiento de alimentos, farmacia/biotecnología, productos químicos y fabricación de productos de consumo- representan ahora casi el 70% de toda la IED, en comparación con el 57% en 2008-2012 y el 65% en 2013-2017.

Mientras tanto, las partes interesadas sobre el terreno afirman que prácticamente ningún nuevo inversor europeo ha realizado inversiones directas en el país desde el estallido de la pandemia, según el informe.

"Es posible que se trate de un fenómeno temporal, relacionado con la pandemia y la respuesta de China a la falta de inversión", escribieron los autores. "Sin embargo, las conversaciones con las partes interesadas sugieren que puede haber una dinámica a más largo plazo, con empresas europeas más pequeñas reticentes a aceptar los riesgos crecientes de invertir en China".