Anunciado en mayo, el acuerdo es el segundo mayor a nivel mundial en lo que va de año y marca el intento de Broadcom de diversificar su negocio en el software empresarial.

Los acuerdos tecnológicos han suscitado un intenso escrutinio por parte de los reguladores de todo el mundo, preocupados por la concentración del poder en unos pocos actores y por la posibilidad de que las empresas más grandes adquieran startups sólo para cerrarlas.