No solemos tener en cuenta la energía que gastamos al desplazarnos y, sin embargo, tiene un importante impacto sobre la economía de muchos hogares, así como sobre el medio ambiente.
El invierno es una buena ocasión para poner en práctica algunas medidas como la conducción eficiente. Se trata de un concepto que tiene como objetivo reducir al mínimo el consumo energético que realiza el vehículo, tanto si se trata de un vehículo eléctrico como de uno convencional.

La conducción eficiente se refleja en múltiples factores: desde seleccionar la marcha más adecuada en cada momento a observar y anticiparse a lo que va a ocurrir en la carretera. De esta manera, se malgasta menos energía, ya que se reducen las frenadas y, con ellas, las aceleraciones posteriores para recuperar velocidad. Apagar el motor en paradas superiores al minuto y moderar la velocidad también son buenos hábitos que nos ayudarán a conducir de manera más eficiente.

En cualquier caso, si verdaderamente queremos introducir la mayor eficiencia energética posible a nuestros desplazamientos, la mejor estrategia consiste en dejar el coche a un lado y optar por caminar o montar en bicicleta. Si los trayectos que queremos cubrir no nos lo permiten, el transporte público es la mejor opción.

Reducir nuestro consumo de energía es un hábito que puede aportar mucho al planeta y a la sociedad. Para lograrlo, lo primero que tenemos que hacer es ser conscientes de los aspectos de nuestra vida cotidiana que suponen utilizar energía y cómo podemos hacer que sean más eficientes. Una vez identificados, es hora de pasar a la acción.

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