Tal y como esperábamos, la Fed mantuvo sin cambios sus instrumentos de política monetaria: el rango oficial de tipos de interés en el 0,00%-0,25% y las compras de activos a un ritmo mensual de 80.000 millones de dólares en treasuries y 40.000 millones de dólares en MBS. No obstante, en la rueda de prensa, el presidente Powell confirmó que se alcanzó un acuerdo a favor de iniciar la reducción de compras de activos (tapering) a corto plazo y culminarla a mediados de 2022 (siempre y cuando los datos evolucionasen en línea con lo proyectado). Asimismo, en la actualización de las previsiones de tipos, el gráfico de los dots mostró que el FOMC está dividido sobre la posibilidad de adelantar la primera subida a 2022, pero que favorece tres subidas en 2023 y en 2024. En balance, las decisiones dan un sesgo más hawkish a la posición de la Fed, que se muestra menos complaciente sobre el riesgo de que las presiones inflacionistas persistan (véase la Nota Breve).

Los bancos centrales se preparan para la retirada de estímulos. Los mercados financieros se adentran en la fase de calibrar el mensaje de los principales bancos centrales que, en su mayoría, comparten la intención de comenzar a reducir parte de los estímulos monetarios aportados durante la pandemia, dejando para más adelante las subidas de los tipos de interés. Por tanto, aunque el objetivo es mantener relajadas las condiciones financieras, se aproxima el momento de inicio del proceso de normalización de la política monetaria. Este fue el principal catalizador del ánimo de los inversores durante la semana pasada, que encontraron en el sesgo más hawkish de la Fed (véase la sección de Economía internacional) la confirmación de que el crecimiento de la economía estadounidense avanza de manera sólida. En un segundo plano quedaron las preocupaciones de inicio de semana por el contagio de la crisis inmobiliaria en China (Evergrande) y el avance de la pandemia. Así, la deuda soberana recogió la mejora del sentimiento inversor con el repunte de la rentabilidad del treasury a 10 años hasta el 1,45% (+9 p. b.), al igual que ocurriera en la eurozona, aunque con un incremento más contenido. De otra parte, los principales índices bursátiles vivieron una semana que fue de menos a más y concluyeron con ligeras ganancias (S&P 500 +0,5% y EuroStoxx 50 +0,7%), a excepción de los índices de Asia Emergente (MSCI Emerging Asia -1,2%) afectados por el nerviosismo en China. En los mercados de commodities, las perspectivas de recuperación de la demanda de petróleo dieron respaldo a un nuevo avance del precio del barril de Brent hasta los 78 dólares, su nivel más alto en tres años.

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