Como dice el viejo chiste bursátil, basta con empezar con mil millones e invertir en una compañía aérea.

Hablando más en serio, Delta ha hecho todo lo posible por desmentir esa máxima, también gracias a un sector mucho más consolidado en Norteamérica que en Europa, lo que tiene la ventaja de reducir la presión sobre los precios y explica el margen operativo de Delta, que duplica el de Air France.

En quince años, de 2010 a 2025, es decir, durante el período que siguió a la gran crisis financiera de 2008 y la pandemia, la aerolínea ha duplicado su cifra de negocios y su beneficio de explotación, y ha reducido en una cuarta parte el número de acciones en circulación.

No es un rendimiento estratosférico, desde luego, pero en un sector que hace tiempo que se ha convertido en un cementerio de ilusiones -y de accionistas- infunde cierto respeto.

El flujo de efectivo libre, la vara de medir por excelencia, ha sido errático desde la pandemia, durante la cual Delta quemó 5.600 millones USD: también en este caso las cosas podrían haber sido peores. Este tropezón fue tanto más desafortunado por cuanto se produjo tras una serie de recompras de acciones y al inicio de un importante plan de renovación de la flota.

Afortunadamente, la inesperada flexibilidad de los mercados de capitales en aquel momento permitió a Delta captar 20.000 millones USD en dinero nuevo a través de deuda a muy bajo coste, además de los 5.600 millones USD en subvenciones concedidas por el Gobierno federal. La empresa quedó así protegida frente a un peor escenario. En cambio, hubo que suspender el dividendo y la recompra de acciones.

La empresa entra ahora en 2025 y en el nuevo ciclo con pronósticos menos favorables que en el pasado. La inflación golpea a todos los niveles, los tipos de interés suben tras década y media de dinero prácticamente gratis y la presión de los operadores de bajo coste erosiona los márgenes de las grandes compañías, más protegidas en Norteamérica que en Europa.

Dicho esto, el ejercicio que termina habrá sido bastante bueno. Los viajes de negocios y las rutas transatlánticas mantuvieron una buena dinámica, en parte porque el tipo de cambio del dólar, muy favorable, atrajo a Europa a un número récord de turistas estadounidenses. Delta se vio menos afectada que sus homólogas por las dificultades para controlar a Boeing, y la compañía tiene un programa de viajero frecuente muy lucrativo con Amex.

Los analistas de MarketScreener señalan, sin embargo, que la mayor parte de las ganancias de este año se han debido a un precio del petróleo persistentemente bajo, más que a una mejora operativa real. En este sentido, no podemos extrapolar los resultados del año a una tendencia a largo plazo.

Sin embargo, Delta está dispuesta a hacerlo, y prevé un flujo de caja libre anual de entre 3.000 y 5.000 millones USD de aquí a 2028-2030. Esto sitúa el valor actual de la empresa de 62.000 millones USD en un múltiplo de 12-20 veces el flujo de efectivo libre, un nivel de valoración nada atractivo.

Dado que la empresa ha declarado claramente que el rápido desapalancamiento es una de sus prioridades, suponemos que pasará algún tiempo antes de que se reanude la devolución de capital a los accionistas.