Por Richard Rubin, Paul Hannon y Sam Schechner 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

El acuerdo de los países ricos del G7 sobre la imposición de un impuesto de sociedades mínimo a las multinacionales tendrá un camino accidentado hasta su implementación, ya que muchos gobiernos esperarán a ver qué hacen otros, especialmente ante un dividido Congreso estadounidense.

La secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, dio la bienvenida al pacto logrado por los ministros de Finanzas de los siete países más industrializados del mundo el fin de semana en Londres y lo calificó de retorno al multilateralismo y señal de que los países pueden ajustar la red fiscal a las empresas rentables para financiar los gobiernos.

El acuerdo es un punto de inflexión en las largas negociaciones sobre dónde y cómo deberían gravarse los beneficios y establece la imposición de una tasa mínima del 15%, además de otorgar a los países más autoridad para cobrar impuestos sobre las ganancias de empresas digitales como Apple Inc o Facebook Inc, que dominan los mercados mundiales pero pagan unos impuestos relativamente bajos en muchas naciones en las que operan.

Aunque el impacto en las tecnológicas no está claro, algunas acogieron de buen grado un régimen mundial más uniforme. Nick Clegg, vicepresidente de asuntos mundiales de Facebook, dijo en Twitter que el pacto es un "paso hacia la seguridad para las empresas" en lo referente a los impuestos.

Pronto encontrará nuevos desafíos, ya que deben abordarse sus detalles y los gobiernos esperarán a ver quién da el primer paso. Los que actúen antes que el resto podrían dañar sus bases de ingresos y a las empresas, según expertos en fiscalidad, mientras que los que vayan a la zaga del consenso mundial podrían también salir perjudicados.

"Aunque haya un acuerdo, podrían pasar 18 meses o más hasta que se convierta en ley nacional en cada uno de los países", indicó Monika Loving, de la consultora BDO. "En cuanto a impacto de ingresos, puede que pasen aún dos años hasta que veamos a los fiscos recaudar ingresos adicionales".

En los países con sistemas parlamentarios, los gobiernos pueden cumplir rápidamente los compromisos y convertirlos en leyes y normas locales, pero en Estados Unidos, la exigua mayoría demócrata en la Cámara de Representantes y la división al 50% en el Senado complican la aprobación de las normas en el Congreso.

Otras naciones podrían mostrarse reacios a cambiar sus leyes o retirar impuestos que afectan a las tecnológicas estadounidenses antes de que lo haga el propio Congreso de Estados Unidos.

Por su parte, los legisladores estadounidenses podrían temer subir los impuestos o ceder autoridad fiscal a otros países sin tener garantías de que un acuerdo mundial total minimice las desventajas de tener la sede empresarial en Estados Unidos.

"Seguimos advirtiendo en contra de seguir adelante de manera que afecte negativamente a las empresas estadounidenses y, en última instancia, dañe a los trabajadores estadounidenses y al empleo en un momento crítico de la recuperación económica de nuestro país", indicaron dos congresistas republicanos, Kevin Brady, por Texas, y el senador Mike Crapo, por Idaho.

El G7, compuesto por Canadá, Francia, Alemania, Italia, Japón, Reino Unido y Estados Unidos, acordó que las empresas deberían pagar un impuesto de sociedades mínimo de al menos el 15% en todos los países en los que operen.

También acordaron nuevas normas que cambian qué países pueden gravar qué ingresos en una economía cada vez más digital. Las nuevas normas se centrarán en las grandes empresas mundiales que tienen un margen de beneficios de al menos el 10%. El derecho a gravar el 20% de los beneficios por encima de ese umbral se compartiría entre los gobiernos.

La primera prueba que tendrá que superar el pacto será en la reunión de ministros de Finanzas del G20 en Venecia a comienzos de julio. En este grupo están países en vías de desarrollo como China, India, Brasil o Sudáfrica y en la agenda del encuentro está la reforma de las normas fiscales mundiales.

También tendrán que aprobar el cambio un grupo mayor de 135 países conocido como Marco Inclusivo de la Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos. Algunas naciones con impuestos de sociedades muy bajos --como Irlanda, que grava los beneficios al 12,5%-- se muestran reacios a firmar. Estados Unidos ha propuesto cambios fiscales que penalizarían a las empresas de los países que no impongan los gravámenes mínimos.

"Tenemos que convencer a las otras grandes potencias, especialmente las asiáticas. Estoy pensando en concreto en China", dijo el ministro de Finanzas francés, Bruno Le Maire, en una entrevista de televisión el fin de semana. "Afrontémoslo, la pelea va a ser dura. Soy optimista en que al final ganaremos porque el G7 nos da un impulso político extremadamente poderoso".

-Escriba a Richard Rubin a richard.rubin@wsj.com, Paul Hannon a paul.hannon@wsj.com y Sam Schechner a sam.schechner@wsj.com

Versión española de María Elsa González maria.gonzalez@dowjones.com

Editado por RMR

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June 07, 2021 03:16 ET (07:16 GMT)