La energía no se crea ni se destruye, solo se transforma. Está presente miremos donde miremos y se manifiesta en muchas formas. Nuestro mundo no es posible sin energía y, por ello, su almacenamiento ha sido uno de los grandes desafíos de nuestra historia reciente. Inmersos en plena transición energética, en la descarbonización de la producción eléctrica, el reto surge de nuevo con fuerza. ¿Cómo almacenar la energía limpia?

Las necesidades de electricidad de nuestras sociedades varían a lo largo del día con lo que se conoce como curva de demanda. Estas necesidades no tienen por qué coincidir en el tiempo con la generación de energía, sobre todo, cuando hablamos de energías renovables que dependen de factores que se escapan a nuestro control, como el sol o el viento. Es decir, la producción de energía renovable es más difícil de gestionar. Para compensarlo, necesitamos almacenarla mejor para que esté disponible en el momento justo en que nos haga falta.

'Fomentar el aumento de la capacidad de almacenamiento energético […] posibilitará una mayor integración de renovables, evitando vertidos indeseados de energía limpia en periodos valle y al mismo tiempo aportará más seguridad al sistema eléctrico', explican desde Red Eléctrica de España. El almacenamiento y la distribución de la energía eléctrica para que esté disponible cuándo, dónde y cómo sea necesaria es, hoy por hoy, el gran desafío de las energías renovables. Y la respuesta podría estar en los coches.

¿Un futuro de grandes baterías?

En la lucha contra el cambio climático, el camino que marca el Acuerdo de Paríses claro: la reducción de emisiones de gases de efecto invernadero debe ser prioritaria. Para ello, muchos países están apostando por descarbonizar su economía en la medida de lo posible. Es decir, reducir el número de actividades que generan CO2 y, sobre todo, eliminar la dependencia de los combustibles fósiles.

La llamada transición energéticaes una estrategia a largo plazo que persigue eliminar las emisiones relacionadas con la generación de energía. Esto significa, por un lado, apostar por las renovables y dejar de generar electricidad mediante el carbón, el petróleo o el gas. Y, por otro, es apostar por la electrificación del mayor número de actividades posibles, como el transporte o la industria.

Ante este escenario, y teniendo en cuentalas tecnologías de almacenamiento de energíadisponibles en la actualidad, los países están implementando diferentes infraestructuras para guardar la electricidad. En España, por ejemplo, está previsto aumentar la capacidad de energía hidráulica reversible(algunas centrales hidroeléctricas son capaces de añadir energía potencial al agua). Otros, sin embargo, están apostando por la construcción de grandes baterías.

Reino Unido cuenta en la actualidad con capacidad de almacenamiento de 1GW de energía en baterías, está construyendo estructuras para guardar otros 1,3GW y tiene previsto aumentar la capacidad total del país a 13,5 GW. Según el gobierno británico, estas baterías serán necesarias para regular la distribución de los 40GW de energía eólica marinaque se generarán a partir de 2030 (suficiente para cubrir las necesidades de todos los hogares del país).

Pero hay quien señala que, quizá, ninguna de estas soluciones sea óptima. Quizá la respuesta esté en los coches, en las motos y en los camiones; en la electrificación del parque móvil y en una tecnología innovadora conocida como vehicle-to-grid(V2G).

El poder de la agregación de baterías

A medida que los países avanzan en la descarbonización energética, el peso de la generación de electricidad en las emisiones de gases de efecto invernadero se va reduciendo. En el conjunto de la Unión Europea, por ejemplo, las emisiones de la producción eléctrica y la industria se han reducido en más de un 30% desde 1990, según los datos de la European Environment Agency.

La tendencia es aún más acusada en algunos países europeos. En España, según los datos del Ministerio para la Transición Ecológica y el Reto Demográfico, las emisiones relacionadas con la generación de energía suponen un 18% del total, mientras que las del transporte suman un 25%. Y es que la movilidad, el transporte de personas y de mercancías, se está consolidando como el gran emisor de CO2 y otros gases nocivos a medida que avanza la transición.

Por este motivo, electrificar el parque móvil y, en particular, los vehículos privados, es el próximo gran objetivo. Esto generará un aumento importante en la demanda de electricidad, pero, al mismo tiempo, podría suponer una solución al reto del almacenamiento de la energía.

Tal como señala Andrew Cruden, de la Universidad de Southampton, en este artículo en The Conversation, cuando un vehículo eléctrico equipado con tecnología V2G está cargándose le está dando a la red eléctrica acceso a su batería. Esto quiere decir que, si tienes millones de vehículos conectados, la red eléctrica dispone de una gran capacidad de almacenamiento compuesta por millones de baterías agregadas.

Si los más de 38 millones de vehículos registrados en Reino Unido fuesen eléctricos, sostiene el investigador, el país dispondría de una capacidad de almacenamiento de 220GW, muy superior a los 13,5GW planificados en la actualidad. Y lo haría, además, de forma mucho más económica.

A través de la tecnología vehicle-to-grid, los vehículos funcionan como dispositivos de almacenamiento temporal. Pueden cargarse en momentos de baja demanda (como las horas nocturnas) y utilizarse como fuente de energía durante los momentos de demanda elevada (en caso de no tener que utilizarlos). Teniendo en cuenta que, de media, un coche privado se pasa el 95% del tiempo estacionado, los vehículos y la tecnología V2G podrían ser la solución a uno de los grandes desafíos de la transición energética.

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Ferrovial SA published this content on 13 September 2021 and is solely responsible for the information contained therein. Distributed by Public, unedited and unaltered, on 13 September 2021 10:31:04 UTC.