La facturación aumentó un 4,7% en términos de perímetro constante (excluyendo el combustible). Como ha sido habitual en los últimos ejercicios, la alimentación es el motor del conjunto, aunque el resto, en particular la ropa y el consumo corriente, se ha beneficiado del tiempo caluroso. La empresa también ha sacado partido involuntariamente de las perturbaciones relacionadas con el ciberataque contra su competidor Marks & Spencer.

A pesar de todo, la acción se sitúa exactamente donde estaba hace diez años. Entonces, ¿cómo puede la británica seguir seduciendo a los accionistas? Es cierto que el sólido cupón confiere al valor una condición de acción de rendimientos ante todo. Estos solo se redujeron considerablemente en 2020, en el muy particular contexto de la pandemia. La liquidez generada por las operaciones, la solidez del balance y la recurrencia de las cifras de la cuenta de resultados permiten prever la continuidad de la distribución sin grandes presiones.

Con todo en los últimos diez años, la facturación de Sainsbury ha aumentado de 23.500 a 33.100 millones de libras esterlinas y ha ganado cuota de mercado. Su posicionamiento también es inteligente, ya que los productos no alimentarios solo representan el 25% de la facturación, lo que sigue siendo un porcentaje mucho más elevado que el de su competidor Tesco. De este modo, Sainsbury puede centrarse en lo que realmente ha funcionado en los últimos años: la alimentación.

Por otro lado, la presión sobre los márgenes, las fases macroeconómicas cambiantes y el clima geopolítico e inflacionista han traído consigo una gran incertidumbre. Pero el principal motivo de preocupación sigue siendo, y sin duda lo hará durante un tiempo, la competencia, que empieza a estar muy  saturada. Sainsbury obtiene la totalidad de sus ingresos en el Reino Unido y lucha contra agresivos supermercados de descuento (Aldi, Lidl), Marks & Spencer, pero sobre todo contra Tesco (el número uno) y Asda (el número tres, antigua propiedad de Walmart, que no cotiza en bolsa), que a principios de año lanzó una intensa guerra de precios a costa de los márgenes para recuperar el retraso acumulado con respecto a sus competidores.

A pesar de todo, ante la ratio precio-beneficio inferior a 15 veces para este año y a 13 veces para 2026, cotiza con un descuento excesivamente elevado. Los optimistas señalarán que la situación financiera es óptima, que el programa de fidelización está funcionando muy bien, que Sainsbury no ha dejado de superar al mercado en los últimos trimestres y de ganar cuota de mercado en todos sus canales de venta (supermercados, tiendas de proximidad, e internet). E incluso que las iniciativas son coherentes, como los precios Nectar, que agrupan más de 9.000 referencias a precios bajos, la convergencia de parte de los productos con los precios de Aldi, la voluntad de desarrollar marcas propias de alta gama y la adquisición de nuevos supermercados a Homebase y Co-op.

Por el momento, los pesimistas y los indiferentes parecen llevar la voz cantante en este tema cualitativo. Lamentablemente, el futuro sigue siendo demasiado incierto, como lo demuestran las modestas perspectivas proyectadas por la empresa. La competencia, la concentración en el mercado nacional, la falta de apoyo al crecimiento de la actividad alimentaria y el impacto general de lo que está sucediendo en los ámbitos económico, político y comercial limitan las previsiones positivas.