A diferencia de muchos de los notables oligarcas rusos, no ha sido sancionado por Estados Unidos o la Unión Europea por su cercanía al presidente Vladimir Putin.

Y mientras las empresas occidentales abandonan Rusia a causa de esas sanciones, impuestas como represalia por la invasión de Ucrania por parte de Moscú, él se ha hecho con activos para ampliar su propio negocio bancario.

El lunes, el holding Interros de Potanin dijo que había comprado United Card Services, la unidad rusa de la empresa estadounidense Global Payments, por una suma no revelada.

La semana pasada, compró el 35% de TCS Group Holding, propietario del principal banco online de Rusia, a su fundador Oleg Tinkov, que había criticado amargamente la guerra después de que el precio de las acciones de TCS se desplomara.

Tres semanas antes, el jefe del gigante minero Nornickel recompró Rosbank a Societe Generale, a quien lo había vendido más de una década antes.

Ese acuerdo podría impulsar las ambiciones de Potanin en materia de tecnología financiera. Rosbank es el socio bancario de Atomyze, una plataforma de blockchain en la que son inversores Interros y Global Palladium Fund de Nornickel.

Global Palladium Fund es una de las primeras empresas de materias primas que se adentra en las transacciones digitales, y Atomyze es la primera empresa rusa autorizada para intercambiar activos digitales por el gobierno, que intenta promover un nuevo sector a pesar de las objeciones del banco central.

Potanin es una de las personas más ricas de Rusia, aunque su patrimonio neto depende en gran medida del valor de su participación del 36% en Nornickel, el mayor productor mundial de paladio y níquel refinado, que actualmente ronda los 17.000 millones de dólares.

Como todos los oligarcas rusos de éxito, se ha cuidado de mantenerse en la buena línea de Putin, por ejemplo pagando mansamente una multa de 2.000 millones de dólares después de que Nornickel enfadara al presidente al provocar el mayor vertido de petróleo en el Ártico de Rusia hace dos años.

El prestigio de Potanin también se habrá visto bruñido por su decisión del pasado diciembre de trasladar su empresa offshore Interros Capital de Chipre a la zona económica de la isla Russky, en el extremo oriental de Rusia.

Pero Potanin también depende de los inversores minoritarios, muchos de ellos occidentales, que poseen alrededor del 37% de las acciones de Nornickel, y que podrían asustarse si ésta, como muchas otras empresas rusas fuera del sector energético, fuera sometida a sanciones internacionales o se viera muy afectada por ellas.

Hasta ahora, Potanin y sus empresas se han librado de las sanciones de todos los países, excepto Canadá y Australia, aunque el amante del arte ha renunciado voluntariamente a su cargo de administrador del Museo Guggenheim de Nueva York, donde había sido un importante benefactor.

Los gobiernos occidentales no han dicho por qué se ha dejado de lado al Nornickel, pero la explicación puede residir en su importancia para una economía mundial sometida a una gran tensión por el aumento de los costes energéticos, la subida de los tipos de interés y los problemas de la cadena de suministro tras la pandemia.

Todavía está fresco el recuerdo de abril de 2018, cuando el precio del aluminio se disparó un tercio después de que Estados Unidos impusiera sanciones a Rusal, el mayor productor de aluminio del mundo fuera de China, propiedad de Deripaska, el rival de Potanin en algún momento.

Washington retiró las sanciones contra Rusal nueve meses más tarde, después de que Deripaska aceptara ceder el control de la empresa.

Al igual que Rusal, Nornickel también tiene una gran influencia en el mercado de los metales industriales. En 2021, fue el primer productor mundial de níquel refinado, utilizado para fabricar acero inoxidable e importante para las baterías de los vehículos eléctricos.

Extrajo el 7% del níquel que se extrajo en todo el mundo, el 10% del platino y un asombroso 40% del paladio, crucial para los escapes de los coches.

"Occidente es tan estúpido y tan cínico al mismo tiempo", dijo un oligarca sancionado, que habló bajo condición de anonimato.

"Me sancionan a mí pero luego dejan fuera a Potanin. ¿Por qué? Porque queréis sus metales".