El precio de las acciones de Nestlé se ha reducido a la mitad desde su punto álgido en 2021, y ahora se encuentra donde estaba hace diez años, si bien es cierto que las ventas y los beneficios de explotación son idénticos a lo largo del ciclo. La baja rentabilidad es aún más evidente si se tiene en cuenta la inflación.
Se percibe un claro cambio de tono en las comunicaciones del grupo. Tras la abrupta marcha de Mark Schneider, el nuevo director general, Laurent Freixe, ha advertido de que las previsiones de crecimiento serán la mitad de lo que se esperaba para este año. Además, ha anunciado un aumento de los presupuestos comerciales de unos 700 millones de CHF.
Este efecto tijera erosionará los márgenes. Ante semejante panorama -crecimiento revisado a la baja y aumento de los costes-, es comprensible que los inversores estén reajustando sus expectativas. Esto se refleja en la valoración que asignan ahora a Nestlé: a 17 veces los beneficios, ha cedido una tercera parte del terreno que ocupaba anteriormente, ya que su media a diez años ronda las 25 veces los beneficios.
Nestlé también ha anunciado que escindirá su división de agua embotellada, propietaria, entre otras, de Sanpellegrino, Perrier y Vittel, posiblemente a través de una próxima escisión, a menos que aparezca un comprador. Este proceso de adelgazamiento recuerda a los emprendidos por empresas comparables como Reckitt o Unilever. Si la experiencia sirve de enseñanza, es para recordarnos que los resultados de estas grandes operaciones de reestructuración son modestos.
En cualquier caso, el cambio de rumbo en Nestlé demuestra que la estrategia del anterior director general, Mark Schneider, era insostenible a largo plazo. Diseñada para cumplir unos requisitos de márgenes poco razonables, recortó drásticamente los presupuestos de marketing y se basó por completo en continuas subidas de precios, que el mercado no puede absorber indefinidamente, especialmente en el contexto de una desaceleración económica.
Sobre todo, en los últimos diez años, el grupo ha devuelto a sus accionistas más capital del que ha generado en beneficios. Este delta se refleja inmediatamente en el aumento de la deuda neta de 35.000 millones CHF. Si Nestlé no recupera muy pronto el crecimiento real de las ventas, estos niveles de remuneración de los accionistas también se volverán insostenibles.
El rey de la industria alimentaria cuenta todavía con algunos activos sólidos, entre ellos no menos de 31 marcas con ventas anuales superiores a los mil millones CHF, pero sin duda ha alcanzado un techo de cristal, y el reciente ajuste de la valoración podría estar ya desfasado.