El grupo danés que está detrás de Ozempic, Wegovy y Rybelsus -a estas alturas pionero en tratamientos contra la diabetes y la obesidad y, por consiguiente, una serie de enfermedades cardiovasculares asociadas- ha iniciado su batalla contra las autoridades sanitarias estadounidenses.
El año pasado, sus 2,3 millones de pacientes en Estados Unidos costaron a Medicare la friolera de 15.000 millones USD. Es probable que la nueva administración esté tan decidida como su predecesora a reducir la factura, sobre todo teniendo en cuenta que el secretario de Sanidad, Robert F. Kennedy Jr., es un opositor declarado del lobby farmacéutico.
Este no es el único riesgo al que se enfrenta Novo Nordisk. La competencia está preparando sus armas, especialmente Eli Lilly con sus tratamientos competidores Mounjaro y Zepbound, ambos con un comienzo comercial fulgurante. Roche y Pfizer también se preparan para la ofensiva. Otros podrían seguirles.
Por último, el mes pasado, los ensayos clínicos de CagriSema (la última versión del tratamiento contra la diabetes y la obesidad de Novo Nordisk) resultaron decepcionantes. Fue precisamente esta noticia la que hizo caer su cotización, borrando casi el 30% del valor de mercado de la empresa danesa.
No obstante, la compañía danesa ha duplicado sus ventas y su beneficio operativo en tres años, lo que no es baladí. El año pasado, la valoración de la empresa dio un giro similar, pasando de una media histórica de 25 veces los beneficios a un máximo de 50 veces los beneficios a principios del verano.
Ahora ha vuelto al punto de partida:un episodio especulativo que se agotó rápidamente, mientras que los fundamentos siguen siendo excelentes. Novo y Eli Lilly, después de todo, siguen dominando un mercado que se ha multiplicado por seis en tres años, hasta los 25.000 millones USD.
Las perspectivas a medio plazo no son menos halagüeñas. Tomando todas las indicaciones en su conjunto, los analistas predicen que el mercado de los agonistas de los receptores GLP-1 podría alcanzar entre 150.000 y 200.000 millones USD a finales de la década, lo que podría dar paso a la entrada de nuevos participantes sin comprometer el dominio de los dos pioneros.
Los ensayos de CagriSema -basado en el mismo principio activo que Wegovy y Ozempic- han decepcionado a los inversores, pero sus expectativas eran quizá demasiado altas: más del 40% de los pacientes tratados registraron una pérdida de peso de al menos el 25% durante el tratamiento, y los promedios son superiores a los de Lilly; aunque no sean históricos, estos resultados ya no dejan indiferente.
Es más, los analistas siguen previendo que el flujo de caja libre generado por Novo supere los 20.000 millones USD en 2027. Por tanto, se espera que se duplique en el espacio de tres años, lo que no se refleja en la valoración actual. Para 2030, podría alcanzar los 35.000 millones USD y acercarse a los 40.000 millones al año siguiente.
Así pues, tras el episodio maníaco viene el depresivo. Por una vez, el mercado podría estar mirando aún más lejos. La patente estadounidense de Novo Nordisk expira en 2032, mientras que la de Lilly se extiende hasta 2036. Esto podría explicar la creciente diferencia de valoración entre ambos grupos en las últimas semanas.
En cualquier caso, un riesgo que debería disiparse rápidamente es la capacidad de la empresa danesa para equiparar su presupuesto de I+D al de Lilly. Por el momento, los dos grupos tienen más o menos la misma envergadura, pero Lilly, que tiene más de cincuenta mil pacientes inscritos en sus diversos ensayos clínicos de tratamientos contra la obesidad, gasta el doble en investigación, aunque en una gama mucho más amplia de programas.