La Philips de 2022 es el legado de una empresa mucho mayor que se remonta a finales del siglo XIX. El grupo neerlandés empezó fabricando lámparas de filamento, antes de diversificar sus actividades a lo largo del siglo XX. Sin ningún orden en particular, podemos mencionar las lámparas médicas, los productos de consumo como radios, televisores y afeitadoras eléctricas, las pilas, los electrodomésticos, la producción musical, los ordenadores, la fotolitografía, las tarjetas inteligentes, etc. Philips inventó muchas cosas: la afeitadora eléctrica, el casete de audio, el disco compacto, el DVD (en cooperación con Sony), NXP Semiconductors, ASML y muchas otras cosas.

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Un iPod en 1963 (Fuente: Philips)

Pero la década de 1990 marcó el ocaso de los grandes conglomerados. Philips vendió su división de electrodomésticos a Whirlpool, y luego sus baterías a Matsushita en 2001. En 2006, el grupo vendió su división de semiconductores, rebautizada NXP Semiconductors, a inversores estadounidenses. En 2014, la empresa se desprendió de sus televisores tras no conseguir reestructurarlos. Posteriormente, se tomó la decisión de volver a centrar el grupo en dos grupos de actividad: salud y estilo de vida, por un lado, y alumbrado, por otro. Esta última, llamada Signify, se independizó y empezó a cotizar en bolsa en 2016. ¿Quiere saber más? Para eso está el Museo Philips.

En la actualidad, el ámbito de Philips incluye la asistencia sanitaria y los productos eléctricos/electrónicos de consumo (afeitadoras, cafeteras, pequeños electrodomésticos, accesorios de bienestar o audio). El grupo concede licencias de su marca a terceros en el campo de la imagen y el sonido, incluidos los televisores. En concreto, la empresa neerlandesa se divide en tres segmentos: diagnóstico y tratamiento, atención conectada y salud personal. La mitad de los ingresos proceden del segmento de diagnóstico y tratamiento (sistemas de imagen, equipos de ultrasonidos, soluciones terapéuticas guiadas por imagen e informática sanitaria). La atención conectada (27% de los ingresos) incluye sistemas de monitorización y análisis para hospitales y dispositivos de atención respiratoria y del sueño, mientras que el negocio de salud personal (23%) incluye cepillos de dientes eléctricos y productos de aseo y cuidado personal.

Philips afirma ser la empresa del "cuidado", desde la "vida sana" hasta la "salud a domicilio", pasando por la prevención, el diagnóstico y el tratamiento (Fuente de la empresa).
Estos grandes cambios y la aparentemente atractiva reorientación de la atención sanitaria no han creado una historia de éxito en absoluto. Las acciones de Philips han bajado un 49% en un año, un 65% en tres años y un 52% en cinco años. Gráficamente, tiene este aspecto:

"Chicos, hemos perdido a Philippe"
¿Cómo puede una empresa conocida, de un sector prometedor, con posiciones de liderazgo mundial en varias áreas, acabar en semejante situación bursátil?
 
Echemos un vistazo a los resultados financieros para ver si es aquí donde radica el problema. En el último periodo, el grupo ha registrado un mínimo de facturación, con 17.150 millones de euros en 2021, lo que no le ha impedido obtener beneficios récord. Sin embargo, 2021 fue un año totalmente atípico para los proveedores de equipos médicos, especialmente en el ámbito respiratorio. En cambio, el último año de referencia fue en 2019, antes de la pandemia. Terminó con una facturación de 19.500 millones de euros para un margen de explotación del 13,2% y un margen neto del 6%. En aquel momento, Philips se pagaba a sí misma más de 30 veces los resultados.

Cuenta de resultados (Fuente: MarketScreener con S&P Capital IQ)

Para 2022, el grupo tiene un volumen de negocios ligeramente mejor que en 2021, pero con fuertes pérdidas y un flujo de caja libre negativo. ¿Qué ha pasado? Mientras tanto, Philips se ha visto envuelta en la desafección del mercado por los valores covídicos y en un desagradable caso sobre uno de sus productos estrella, un dispositivo respiratorio para personas con apnea del sueño. Aunque en un principio la empresa y la comunidad financiera le restaron importancia, la historia acabó desbordándose. Philips tuvo que retirar los respiradores alegando que los usuarios podían inhalar o tragar trozos de espuma acústica tóxica. Por no hablar de un riesgo cancerígeno potencial. Por si fuera poco, las autoridades estadounidenses están investigando la tardía respuesta de la empresa al descubrimiento del problema. El caso ya le ha costado a Philips mucho dinero en términos de reputación y gastos. La factura podría aumentar aún más con las quejas de los usuarios.
 
En definitiva, se trata de una fuente de incertidumbre considerable, que explica en gran medida el annus horribilis de la empresa en 2022. La opinión de los analistas sigue siendo confusa: de 17 analistas, sólo 4 la consideran positiva, una cifra muy baja para un asunto de este calibre. La empresa neerlandesa se encuentra claramente en una situación especial, con una interesante reorientación hacia activos que se benefician de una tendencia subyacente boyante, y una espada de Damocles que persiste tras haber hecho mella en la imagen de la empresa.
Clasificaciónes Surperformance de Philips
 
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