Los criptoactivos, con bitcoin a la cabeza, están aprendiendo a ponerse la corbata. Tras años de desdén de las instituciones financieras, desde los reguladores a las grandes referencias de la banca, poco a poco el ambiente se ha hecho menos hostil para este tipo de activos financieros, que circulan por blockchain sin el control de una autoridad central.

Este cambio de actitud está teniendo ya algunas consecuencias prácticas. Por ejemplo, Bank of America, el segundo mayor banco del mundo por valor bursátil tras JP Morgan, puso en marcha el pasado verano un equipo especializado en criptoactivos, un mercado que ya mueve más de dos billones de dólares y tiene más de 200 millones de usuarios, según sus propios datos.

"Bitcoin es importante, pero este ecosistema es mucho mayor. Queremos explorar sus implicaciones en industrias como las finanzas, la tecnología, las cadenas logísticas, las redes sociales y los videojuegos", dijo al respecto Alkesh Shah, máximo responsable de la estrategia en activos digitales y criptomonedas de Bank of America.

El interés de la industria financiera va mucho más allá, efectivamente, del volátil y muy arriesgado bitcoin, sin desdeñar la importancia de un activo que, al terminar octubre, tiene un valor superior a 1,2 billones de dólares, alrededor del doble de todo el Ibex 35. Pero la lista de posibles nuevas oportunidades con los activos digitales es larga: hay otras criptomonedas con potencial -como Ethereum-, las llamadas 'stablecoins' (es decir, criptomonedas referenciadas, en diferente medida, a activos financieros tradicionales), aplicaciones de negocio que se ejecutan por 'smart contracts' sobre una cadena de bloques, 'tokens' de coleccionistas o de aficionados a un equipo de fútbol... "Estamos solo al principio del mayor cambio en treinta años en las aplicaciones de la mayoría de las industrias", dice otro informe, de este otoño, de Bank Of America.

Búsqueda de un marco legal

La regulación es, efectivamente, el gran obstáculo que encuentran las criptomonedas en su desarrollo. Tanto Estados Unidos como la Unión Europea trabajan para definir un marco legal claro para estos activos digitales, que afectan a algo tan sistémico como las finanzas y pueden ser utilizados para actividades delictivas. China, por su parte, ha optado, en consonancia con su régimen político, por ilegalizar las operaciones con criptomonedas, ya que suponen una pérdida de control por parte de las autoridades monetarias.

Paralelamente, China acelera con su propia alternativa. Pekín parece haber tomado la delantera a la Reserva Federal estadounidense y al Banco Central Europeo con el lanzamiento de la versión electrónica de su moneda Fiat. Las primeras pruebas con el e-yuan podrían hacerse en febrero de 2022, coincidiendo con los Juegos Olímpicos de Invierno de Pekín, mientras los proyectos del e-dólar y e-euro no van tan avanzados.

Estas alternativas electrónicas oficiales tratan de adoptar lo mejor del mundo de las criptomonedas manteniendo el control de la política monetaria, esencial para la estabilidad macroeconómica, y evitando fraudes financieros y esquemas de elusión de impuestos. El 'establishment' del dinero sabe que ya no puede desdeñar la importancia de los activos digitales, y responde a su auge. ¿Será suficiente?

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