Esto se produce tras la publicación de los resultados semestrales del grupo, con un descenso de las ventas del 2,1% en comparación con los seis primeros meses del año anterior. A tipos de cambio comparables, sin embargo, las ventas habrían aumentado un sustancial 1,3%.

A diferencia de Adidas, de la que hablamos la semana pasada en esta sección, Puma se está centrando en su estrategia de venta directa, es decir, en los canales de venta que ella misma controla. No sin éxito, ya que los ingresos procedentes de este segmento aumentaron un 16,7% respecto al año pasado.

Aunque esta nueva dirección compensa el declive del segmento minorista -que sigue representando las tres cuartas partes de las ventas consolidadas y caerá un 3,1% en 2024-, no parece ser suficiente todavía para reactivar el crecimiento o detener la caída del margen operativo.

Por ello, Puma revisa a la baja sus previsiones y apunta a un beneficio antes de impuestos e intereses de entre 620 y 670 millones de euros para todo el año. A 36 euros por acción, el valor de empresa cae así a un múltiplo de x12-x14 del beneficio operativo, es decir, a sus mínimos de diez años.

Fuente: MarketScreener

Algunos argumentarían que se trata de un múltiplo atractivo para una empresa que ha triplicado sus ventas en la última década. A menos, claro está, que este interludio encantado -que corresponde a la era del carismático consejero delegado Bjorn Gulden, que fue cazado furtivamente por Adidas el año pasado- haya terminado para siempre.

Fuente: MarketScreener

Puma, en cualquier caso, apuesta por un futuro como el de Adidas y no como el de Under Armour, que también disfrutó de un crecimiento meteórico antes de sumirse en un estancamiento del que no ha salido desde entonces. En el último trimestre, el grupo alemán recompró más de 700.000 de sus acciones a un precio medio de 45 euros.