Los esfuerzos del gobierno francés por frenar la afluencia de vehículos eléctricos fabricados en China están dando sus frutos, según muestran los datos de la industria, lo que pone de relieve uno de los temas comerciales más delicados cuando el presidente chino visite el país la próxima semana.

El aumento de las importaciones de coches eléctricos chinos en Europa ha desencadenado amenazas de aranceles por parte de la UE, que se espera que sean la manzana de la discordia cuando el presidente Emmanuel Macron reciba a su homólogo chino en una visita de Estado el lunes.

Francia no esperó a una decisión de la Unión Europea sobre la aplicación de aranceles, sino que rediseñó en diciembre su plan de bonificaciones en metálico para excluir la compra de modelos fabricados en China, que habían ganado rápidamente cuota de mercado.

En los meses previos a la medida, los tres coches de fabricación china más populares vendidos en Francia -el Dacia Spring , el Model 3 de Tesla y el MG4 de SAIC- representaban el 22% del mercado, según cálculos de Reuters a partir de datos de las empresas y del organismo del sector AAA Data.

Su cuota se disparó hasta el 32% en diciembre, antes de las nuevas normas de elegibilidad que exigen que los vehículos cumplan criterios sobre la cantidad de carbono que se emite durante el proceso de fabricación y el transporte hasta el mercado, favoreciendo a los vehículos fabricados en Europa.

Desde entonces, la cuota de mercado de los tres modelos no ha dejado de disminuir hasta situarse en abril en tan sólo el 4%, un descenso que el ministro de Economía, Bruno Le Maire, ha saludado como una señal de que las normas de elegibilidad más restrictivas están funcionando.

"Es la prueba de que cuando defendemos nuestros intereses y el medio ambiente, obtenemos resultados para nuestra industria, nuestras fábricas y nuestros empleos", declaró Le Maire a finales de marzo durante una visita a una fábrica de Renault.

El gobierno francés se ha mostrado ansioso por dar tiempo a los fabricantes de automóviles nacionales para que saquen sus propios modelos de VE y alcancen a los fabricantes chinos, que se adelantaron para crear una enorme capacidad de producción.

Sin embargo, los expertos dijeron que el cambio de medidas sólo ofrecería un impulso temporal a las marcas nacionales.

"No creo que el made-in-China se mantenga tan bajo porque los fabricantes chinos tienen los medios para adaptarse con precios competitivos, a pesar de la ausencia de primas", dijo Flavien Neuvy, economista y director del Observatorio Cetelem, un think tank francés.