TOKIO (Reuters) - La flexibilización por parte de Japón de una prohibición de dos años a los turistas extranjeros pretende equilibrar la enorme importancia económica del turismo con la preocupación de que los viajeros puedan desencadenar un brote de COVID-19, según conocedores.

La decisión significa que Japón permitirá la entrada de un número limitado de turistas extranjeros en viajes combinados a partir del 10 de junio. La semana pasada empezaron a llegar algunos "viajes de prueba", principalmente de agentes de viajes extranjeros.

La relajación de algunas de las medidas fronterizas más estrictas del mundo en relación con la pandemia requirió meses de presión por parte de los ejecutivos del sector de los viajes y el turismo, declararon a Reuters tres personas con información privilegiada, que describieron tanto los temores del Gobierno de que se produjera una reacción violenta por parte de la población en caso de que los contagios aumentaran, como las preocupaciones del sector de que se produjera una catástrofe económica.

"Había preocupaciones de que entre los turistas extranjeros hubiera mucha gente con malos modales, gente que no llevara mascarillas o no utilizara desinfectante para las manos, y que las infecciones pudieran volver a propagarse", dijo un ejecutivo de una empresa turística, que al igual que los demás habló bajo condición de anonimato debido a lo delicado del asunto.

El sector presionó al Partido Liberal Democrático del primer ministro, Fumio Kishida, y a su socio menor, así como a los ministerios del Gobierno, dijo, pero al principio se mostraron indiferentes.

La resistencia del Gobierno se suavizó después de los festivos de la "Semana Dorada" de Japón en mayo, cuando la gente viajó a nivel nacional, pero las infecciones no aumentaron bruscamente, dijo el ejecutivo.

"Si el Gobierno no abre el país, más empresas irán a la quiebra, y eso no es bueno políticamente", dijo.

El partido de Kishida se enfrenta a unas elecciones en julio. Aunque la política de cierre de las fronteras gozó de una gran popularidad al principio, el público se ha ido acercando a la reapertura a medida que la pandemia ha disminuido y el coste del cierre se ha hecho más evidente. Una reciente encuesta de Nikkei mostró que el 67% de los encuestados consideraba "razonable" permitir la entrada de turistas extranjeros.

El Ministerio de Asuntos Exteriores sintió la presión del extranjero sobre las medidas y fue uno de los pocos ministerios que trataron de persuadir al Gobierno de Kishida, dijo otra persona con información privilegiada.

En última instancia, la presión extranjera puede haber contribuido a garantizar el cambio, dijo un ejecutivo del sector.

A los gobiernos locales les sigue preocupando que los turistas extranjeros traigan el coronavirus, dijo el ejecutivo del sector, lo que dificulta la apertura total del país.

Japón, donde se siguen meticulosamente directrices como el uso de mascarillas y la desinfección de las manos, ha evitado el tipo de infecciones masivas que han arrasado otros países.

(Información de Maki Shiraki, Yuki Nitta y Rocky Swift en Tokio; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)