Cuando Richard Lord asumió la dirección del grupo en 1988, éste contaba con un centro de distribución y un volumen de negocios de 27 millones de dólares. Treinta y cinco años después, cuenta con tres fábricas, 112 centros -más de la mitad de ellos en Estados Unidos- y unas ventas de 1.800 millones de dólares.

Gráfico Richelieu Hardware Ltd.

Los accionistas han sido admirablemente recompensados durante este periodo, por supuesto, y su excelencia en la gestión siempre le ha valido al grupo una cierta prima de valoración. Pero mucho se teme que ahora haya alcanzado una meseta, como demuestra su capitalización bursátil, que se ha estancado en los últimos cinco años.

Es cierto que los resultados económicos de la empresa se dispararon durante la pandemia y los márgenes alcanzaron niveles insostenibles, por lo que era inevitable una vuelta a la normalidad. Sin embargo, lo más grave es que el crecimiento orgánico es lento desde hace algunos trimestres, de modo que son las adquisiciones las que estabilizan los volúmenes de negocio.

Fuente: MarketScreener

Los inversores habían previsto correctamente esta contracción. Durante la recuperación posterior a la pandemia, la valoración de Richelieu Hardware cayó repentinamente de una media de veinte veces los beneficios a sólo doce veces. Y con razón, ya que los beneficios por acción cayeron un tercio en los meses siguientes.

Fuente: MarketScreener

Como todos sabemos, la economía canadiense está de capa caída estos días. Pero en un país donde la población se ha duplicado en veinte años y donde existe una escasez estructural de viviendas, los mercados a los que se dirige Richelieu deberían seguir siendo boyantes a largo plazo.

De hecho, el grupo parece considerar que el precio actual de las acciones no hace justicia a sus perspectivas de crecimiento a largo plazo. Así lo confirma el programa de recompra de acciones iniciado este año, que sigue siendo modesto por el momento.