No se trata solo de los sospechosos habituales como Palantir, valorada en 50 veces sus ventas, Robinhood, cuyos múltiplos sugieren que sus actuales niveles de margen son sostenibles, o MicroStrategy, que se dispara a nuevas cotas a pesar de que su particular modelo de negocio debería despertar sospechas.
Si cruzamos el Atlántico, ante un grupo de empresas con actividades mucho más tradicionales -Siemens Energy AG- también da la impresión de que los inversores están dispuestos a pagar mucho dinero por cualquier promesa milagrosa siempre que se cacaree por doquier.
Decir que los resultados anuales de Siemens han sido bien recibidos esta mañana sería quedarse corto. El paciente, sin embargo, sigue en la mesa de operaciones tras otro annus horribilis, que desencadenó un plan de rescate financiero decretado de emergencia por el Gobierno federal alemán.
La división de energía eólica -Siemens Gamesa-, que concentró los problemas, está en proceso de reestructuración. Con todo, aún queda mucho camino por recorrer: las pérdidas de explotación de la división siguen siendo de 1.800 millones EUR este año, mientras que su cartera de pedidos ha caído en picado en un mercado que muestra pocos signos de recuperación.
Las noticias son mejores para las otras tres divisiones: turbinas de gas, tecnologías de red y transformación industrial. Es en esta última en la que se centra la estrategia de pivote y expansión de Siemens Energy. Esta ambiciosa estrategia pretende triplicar las ventas de la división de redes en los próximos diez años.
Segundo fabricante mundial de equipos de transmisión eléctrica, por detrás de Hitachi y por delante de General Electric, la división de redes de Siemens representa actualmente menos de una cuarta parte de las ventas consolidadas. Es aquí donde el grupo alemán prevé un "enorme auge", en palabras de Tim Holt, su director general.
El relato es bien conocido, incluso manido: en un mundo en proceso de electrificación intensiva, las empresas energéticas tendrán que dedicar volúmenes de inversión sin precedentes a sus redes en los próximos años. Solo en Estados Unidos, Holt señala que tendrán que invertir "tanto en los próximos quince años como en los últimos ciento cincuenta".
¿Por qué no? La afirmación da en el clavo, pero los veteranos recordarán haber oído esto antes en alguna parte: hace unos quince años, cuando comenzaba un nuevo ciclo de equipamiento en el sector de la energía eólica y Siemens se lanzó de cabeza. A pesar de las promesas iniciales, ya sabemos cómo acabó el asunto: mal.
La comparación no es un argumento, por supuesto. Sobre todo porque, si viéramos el vaso medio lleno, no podríamos dejar de señalar que la situación consolidada del grupo está mejorando tras una interminable mala racha, durante la cual encadenó cuatro ejercicios consecutivos en números rojos.
A creer ciegamente grandes promesas sobre un futuro lejano solo hay un paso, pero los más prudentes quizá se abstengan de darlo.