por Neil Unmack
LONDRES (Reuters Breakingviews) - Carlos Tavares ha dimitido. La repentina salida ayer del consejero delegado de Stellantis puede considerarse un mal necesario, dado el difícil 2024 que atraviesa el fabricante de automóviles. Sin embargo, su sucesor tendrá que gestionar unas relaciones cada vez más difíciles con el presidente electo Donald Trump y con la Unión Europea, así como tomar decisiones acertadas en el ámbito tecnológico. Es posible que el presidente John Elkann sólo tenga que marcar la primera de estas casillas.
Maestro en el recorte de costes y autodenominado "maníaco del rendimiento", Tavares parecía la persona más indicada para supervisar la fusión de Fiat Chrysler y Peugeot en 2021. Era el sucesor igualmente lógico de Sergio Marchionne, que había organizado la adquisición de Chrysler por parte de Fiat. Alcanzó su punto álgido en 2023, cuando Stellantis registró un margen operativo cercano al 12%, superando a sus rivales Ford y GM, llevándose a casa un salario de 36,5 millones de euros. Este año, sin embargo, sus resultados fueron peores: en septiembre, Stellantis anunció un profit warning debido a la debilidad de su mercado clave, EE.UU., que representó algo más de la mitad de su beneficio operativo en 2023.
La fortaleza de Stellantis en EE.UU. puede haber sido un espejismo. Subió los precios después de que se detuviera la producción debido a Covid-19, pero coches como el Grand Cherokee parecían caros en comparación con vehículos más baratos como el Santa Fe de Hyundai, lo que dio lugar a coches sin vender y a una cuota de mercado decreciente. Recientemente, los concesionarios estadounidenses del grupo han criticado abiertamente a Tavares, pidiendo al fabricante que produzca vehículos que "los estadounidenses quieran comprar y puedan permitirse" y parece que Tavares no está de acuerdo con la junta directiva sobre cuál es la solución correcta. El precio de las acciones de Stellantis se ha reducido a más de la mitad desde marzo.
La salida de Tavares deja a Stellantis en el limbo. Elkann, vástago de Fiat, consejero delegado de Exor y presidente de Ferrari, encabezará de forma interina un nuevo comité ejecutivo.
La situación de Stellantis requiere una figura al estilo de Marchionne para agitar las cosas, pero un operador político experto en mediación también podría ser más apropiado. Trump ha prometido golpear con aranceles a los fabricantes de automóviles que importen vehículos de bajo coste a EE.UU. desde México, lo que, según los analistas de S&P, podría afectar a una cuarta parte del Ebitda de Stellantis en 2025. La gestión de los círculos políticos de la UE también será crucial, dadas las sanciones que se avecinan sobre las ventas de coches de bajo consumo, y el próximo consejero delegado tendrá que tomar las decisiones tecnológicas correctas. La competencia de China perjudicará a los fabricantes de automóviles que no puedan ofrecer coches con baterías eléctricas baratas o tecnologías sofisticadas como la asistencia al conductor y funciones de entretenimiento.
Pocos candidatos tienen todas las cartas. Luca de Meo ha sido capaz de dar la vuelta a Renault, pero Stellantis puede plantear un reto mayor. Es concebible que Elkann busque fuera de la industria automovilística: Marchionne tenía poca experiencia de este tipo cuando se hizo cargo de Fiat, y Benedetto Vigna, consejero delegado de Ferrari, trabajó anteriormente en el grupo de semiconductores STMicroelectronics. Dadas las dificultades, un ejecutivo con experiencia en EE.UU. podría ser la solución ideal: Antonio Filosa, CEO de la marca Jeep, o el antiguo CEO de Fiat Chrysler, Mike Manley.
Si Elkann puede encontrar rápidamente un sucesor creíble, la salida de Tavares podría revivir a Stellantis, pero la caída de casi el 10% del precio de las acciones de hoy sugiere que los inversores se abstienen de emitir un juicio. Nombrar cuanto antes a un experto centrado en EE.UU. podría ser la forma más rápida de disipar sus temores.
(Traducido por Laura Contemori, editado por Stefano Bernabei)