Por Andrew Tangel, Alison Sider y Doug Cameron 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

Los reguladores estadounidenses de la seguridad aérea estaban considerando la conveniencia de obligar a aumentar las inspecciones de ciertos motores Pratt & Whitney antes de que uno instalado en un avión operado por United Airlines Holdings Inc se rompiera el sábado pasado cuando el aparato sobrevolaba una localidad cercana a Denver, según indicó la Administración Federal de la Aviación --o FAA, por sus siglas en inglés--.

Esto se conoce después de que los investigadores en seguridad de Estados Unidos señalaran que habían hallado pruebas de "daños compatibles con fatiga del metal" en una de las aspas que se desprendió. Parece ser que esa aspa suelta cortó después una segunda aspa que también se soltó, según indicó Robert Sumwalt, presidente de la Junta Nacional de Seguridad en el Transporte, en una rueda de prensa el lunes.

Sumwalt indicó que se está investigando por qué una cobertura externa se desprendió y por qué el motor dañado siguió ardiendo después de que la tripulación del avión hubiera cortado el acceso del combustible.

El incidente de la semana pasada fue el tercero de una serie de fallos del mismo tipo de motor y avión en los últimos años. Los reguladores estadounidenses ya habían ordenado más inspecciones de las aspas tras un error de motor previo de otro Boeing 777 operado por United en 2018. En diciembre, falló un motor durante un vuelo operado por Japan Airlines Co a Tokio.

La FAA dijo el lunes que había estado "evaluando si ajustar las inspecciones de las aspas" tras el incidente de diciembre, tras revisar los registros de mantenimiento e inspección y llevar a cabo un examen metalúrgico de un fragmento de aspa para determinar la causa de la fractura.

Sumwalt indicó que los investigadores analizarán la respuesta de los reguladores al fallo de motor de diciembre en el marco de la pesquisa de la agencia estadounidense sobre el incidente más reciente.

"Lo miraremos para ver qué se podría haber hecho, qué se debería haber hecho, si es que se podía y se debía hacer algo", señaló.

Tanto Boeing como los reguladores estadounidenses han sido muy criticados por legisladores y familias de víctimas de accidentes aéreos por permitir que los aviones 737 MAX siguieran volando con pasajeros tras un primer accidente sin supervivientes a finales de 2018 y antes de que otro avión se estrellara a comienzos de 2019. En total, fallecieron en ambos siniestros 346 personas.

--Peter Landers contribuyó a este artículo

-Escriba a Andrew Tangel a Andrew.Tangel@wsj.com, Alison Sider a alison.sider@wsj.com y Doug Cameron a doug.cameron@wsj.com

Versión española de María Elsa González maria.gonzalez@dowjones.com

Editado por NUC

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February 23, 2021 05:55 ET (10:55 GMT)