El 9 de enero, informamos sobre Jefferies (Jefferies Financial Group Inc: Buenos resultados en 2024). Durante un tiempo, MarketScreener identificaba claramente una oportunidad de inversión en The Goldman Sachs Group, el banco dirigido por David Solomon que ha disfrutado de un repunte comparable tanto en beneficios como en valoración.
Goldman registró su segundo mejor resultado operativo en diez años, tras 2021, caracterizado por una burbuja financiera sin precedentes. El pasado ejercicio fue excelente en todos los ámbitos, tanto en servicios de asesoramiento como en gestión de activos.
David Solomon prometió desarrollar estas actividades cuando fue nombrado para sustituir a Lloyd Blankfein en 2019. Su palabra se cumple: Goldman supervisa directamente nada menos que 3,8 billones USD, incluidos 525 billones en su segmento de inversiones alternativas, y ha generado honorarios y comisiones de gestión récord en los últimos doce meses.
El beneficio por acción del banco se ha triplicado con creces en diez años, hasta los 41 USD, mientras que la rentabilidad sobre recursos propios ha vuelto a territorio de dos dígitos tras dos años por debajo del umbral del 10%. Como en el caso de Jefferies, el mercado había anticipado en gran medida esta evolución, con un aumento de la valoración de Goldman de 1 a 1,6 veces los fondos propios en 2024.
Goldman estima ahora que su base de ingresos más estable se sitúa entre 35.000 y 40.000 millones USD anuales, lo que supone un fuerte aumento desde el inicio del mandato de Solomon, cuando rondaba los 25.000 millones USD. El reciente impulso del banco en el segmento de la deuda privada, muy de moda, debería consolidar aún más esta base.
Estos excelentes resultados sirven de barómetro del estado de ánimo de Wall Street, al menos tanto como refuerzan la posición de David Solomon al frente del banco, que durante un tiempo estuvo en el punto de mira. Ayer defendió el menor atractivo de los mercados cotizados en comparación con las alternativas privadas.
Ahora hay abundancia de capital en los mercados privados, y solicitarlo permite a los grandes grupos evitar la transparencia y el rigor implacable de cotizaR en bolsa. Los ejemplos de Stripe, SpaceX y OpenAI -los tres siguen sin cotizar pero no tienen problemas para captar fondos- deberían seguir imitándose.
Instituciones como Goldman Sachs -así como grandes gestores de activos como KKR y Blackstone- tienen todas las de ganar con esta evolución: pierden ingresos con las salidas a bolsa, pero lo compensan después en comisiones de asesoramiento e intermediación, al tiempo que refuerzan considerablemente su influencia sobre sus clientes.