La sociedad de cartera Vivendi casi siempre ha estado valorada en bolsa con un descuento neto respecto a la suma de sus partes.
El cálculo es fácil de hacer. El primer pilar del edificio Vivendi es su cartera de participaciones, dos terceras partes de cuyo valor liquidativo corresponden a la inversión en Universal Music Group.
En términos de ponderaciones, la segunda mayor participación después de Universal es Telecom Italia, en la que Vivendi y Vincent Bolloré, como sabemos, se han dado un batacazo. También cuenta con posiciones más pequeñas, casi anecdóticas, en MFE, Banijay Group, Telefónica y Prisa.
El total ronda los 6.500 millones EUR, menos 1.500 millones de deuda neta. Las pequeñas inversiones privadas, insignificantes en peso e importe, se contabilizan a cero.
Por el lado de Canal+, segundo pilar del edificio, existe también una cartera de participaciones -la que lleva las inversiones en MultiChoice Group, Viaplay Group y viu-, cuyo valor neto se sitúa probablemente en torno a los 1.200 millones EUR.
A ocho veces el beneficio de explotación antes de amortizaciones, Canal+ podría valorarse en unos 3.600 millones EUR. En conjunto, esta división valdría 4.800 millones EUR.
El tercer pilar del edificio es Havas, uno de los golpes más brillantes -y quizá más sangrantes- de la carrera de Vincent Bolloré, a quien no le faltan. Además de sus excelentes resultados económicos, Havas facilita a su propietario un extraordinario instrumento de influencia.
Un análisis financiero haría poca justicia al valor estratégico de semejante activo. Pero si nos atenemos a las cifras públicas y a un razonamiento simplificado, podemos estar seguros de que a doce veces su beneficio de explotación, Havas merece una valoración de al menos 3.600 millones EUR.
El cuarto pilar, el grupo Louis Hachette, se compone principalmente de una participación mayoritaria en el grupo de medios Lagardère SA -otro formidable instrumento de influencia- antes de la filial Prisma Media. Su valor se aproxima a los 2.000 millones EUR.
Como vemos, todos los activos juntos representan una suma de las partes de 15.400 millones EUR, mientras que la capitalización bursátil de Vivendi fluctúa penosamente entre los 8.000 y los 10.000 millones EUR. Por tanto, el descuento del holding es considerable.
Teniendo esto en cuenta, sobre el papel tiene mucho sentido desconsolidar las filiales Canal+, Havas y Hachette para que coticen independientemente en tres mercados diferentes, lo que sin duda pondría mejor de relieve sus valores individuales.
Sometida al voto de los accionistas frustrados desde hace demasiado tiempo por la falta de reconocimiento justo que merece su inversión, la propuesta parece incluso perfectamente irresistible. Quizá ahí esté la trampa, porque ¿se trata de un regalo envenenado de nuestro amigo Bolloré? El famoso "amigo que te desea lo mejor", por citar el título del famoso documental de acusación que en su día le dedicaron sus mayores enemigos en la función pública…
No es la primera vez que el viejo zorro actúa de esta manera. Esto es lo que subrayan los activistas de CIAM, al advertir que el objetivo principal es que Breton -y su dinastía- refuercen su control sobre las joyas de la corona de Vivendi, neutralizando cualquier posible oposición de los accionistas minoritarios.
¿Y ahora qué?, responderán sin duda a coro la mayoría de los implicados. Cuando se invierte con Vincent Bolloré, es para apoyarle ciegamente y nada más; de lo contrario, es mejor alejarse. El argumento tiene cierto peso, pero los inversores institucionales menos apasionados podrían encontrar todo el asunto demasiado arriesgado, y sentir que una reestructuración podría plantearse de otra manera, y quizá de forma más equitativa.
En cualquier caso, la contribución del CIAM tiene el mérito de abrir el debate. Muy bien conectados, estos dos activistas son notoriamente rápidos en saltar con los dos pies.
En su momento, por ejemplo, fueron los únicos que se atrevieron a abordar de frente los excesos de Denis Kessler en Scor. Habiendo fallecido en 2023, Denis Kessler -cuyas numerosas minas dejadas a su paso siguen explotando en la cara de su sucesor- no tendrá tiempo de responder ante los tribunales por sus maquinaciones.
La situación en Vivendi no es ni mucho menos tan sórdida. Sin embargo, pone frente a frente a dos personajes del capitalismo francés que son maestros en el arte de actuar entre bastidores.