Blavatnik hizo un buen negocio. Compró Warner Music en 2011 por 3.300 millones USD, en un momento en que se consideraba que el negocio de las discográficas estaba al borde de la extinción: las ventas de discos se habían desplomado y la piratería seguía vivita y coleando.
El auge del streaming ha cambiado el panorama y ha abierto nuevas oportunidades para estas compañías. Goldman Sachs promovió la salida a bolsa de Warner Music, asegurando que su mercado volvería a duplicarse en diez años. En pleno proceso de expansión, todavía no se ha desmentido aquella afirmación.
Tampoco lo han hecho las cuentas de Warner Music, como demuestra el hecho de que sus ventas se hayan duplicado entre 2014 y 2024, mientras que casi ha cuadruplicado los beneficios en el mismo periodo. Con todo, los inversores se anticipan al próximo movimiento y, aunque se muestren sorprendentemente crédulos con algunos sectores, en este se inclinan por la prudencia.
Es cierto que la carrera por adquirir derechos musicales se asemeja a una locura especulativa. En 2021, cuando los catálogos de títulos se cotizaban a más de 20 veces sus ventas, el consejero delegado de Warner Music, Steve Cooper, advirtió de que estas transacciones "desafiaban toda lógica financiera", y comparó la puja con la fiebre del oro del Yukón.
Los tres pesos pesados del sector -Warner, Universal y Sony- rivalizaron con fondos de capital riesgo muy agresivos patrocinados por KKR, Blackrock y Apollo, entre otros. Posteriormente, Cooper fue despedido y sustituido al frente de Warner por Robert Kyncl, antiguo ejecutivo de Netflix y YouTube, lo que dice mucho sobre hacia dónde van las discográficas.
MarketScreener lleva tiempo anticipando una resaca en el sector. Este verano, el consejero delegado de Universal pidió a los inversores que disculparan el descenso de los ingresos por streaming para centrarse en el "largo plazo".
A principios de año, KKR abandonó el sector con la venta de Chord a Universal. Fue una gran salida para la firma neoyorquina, y muchos inversores lo interpretaron como una señal de cambio de rumbo.
Las valoraciones de Warner y Universal ilustran claramente el cambio de paradigma. La primera cotiza a 13 veces su EBITDA previsto para los próximos doce meses, frente a 16 veces su EBITDA de los últimos doce meses. La segunda sigue cotizando con prima, a 16 veces su EBITDA previsto para los próximos doce meses, frente a 25 veces su EBITDA real de los últimos doce meses.
Así las cosas, la mejor manera de aprovechar el crecimiento desenfrenado del streaming sigue siendo invertir en Netflix o Spotify -es decir, en el lado de la distribución- y no en las discográficas.