Por Lisandra Paraguassu

PORTO ALEGRE, Brasil (Reuters) - Decenas de miles de haitianos y venezolanos que encontraron refugio en el sur de Brasil tras huir del hambre, la violencia y los desastres naturales se ven obligados una vez más a reconstruir sus vidas, ahora destrozadas por las inundaciones récord en el estado de Rio Grande do Sul.

Reginald Descilong abandonó Haití tras perder a su familia y amigos en el devastador terremoto de 2010. Llegó a Brasil tres años después, cruzando Centroamérica a pie y en autobús. Hoy, este hombre de 39 años, su mujer y sus tres hijas están en un refugio público en la inundada capital del estado, Porto Alegre.

"Parece que el desastre siempre nos persigue. Llegué aquí, pero los problemas no cesan. Lo perdimos todo en nuestra casa bajo el agua, y ni siquiera podemos volver en barco", dijo.

"Ahora no sé adónde voy. Tenemos que empezar de nuevo", declaró a Reuters.

La oficina del Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados (ACNUR) tiene datos sobre unos 46.000 refugiados que viven en el estado, incluidos 29.000 venezolanos y 12.000 haitianos.

Rio Grande do Sul fue uno de los tres estados que más refugiados recibió en el marco de un programa humanitario federal que reubicó a los inmigrantes que huían de Venezuela en la frontera norte de Brasil.

Muchos, como Descilong, consiguieron trabajos estables con todas las prestaciones. Más de 14.000 refugiados encontraron un empleo formal en Rio Grande do Sul entre 2011 y 2019, más que en cualquier otro estado, según datos del Ministerio de Justicia de Brasil.

El hogar más común para los refugiados del estado ha sido el barrio de Sarandi, en el lado norte de Porto Alegre, que fue el más devastado por las inundaciones tras el colapso de un dique.

Más de 26.000 residentes de Sarandi con sus casas bajo el agua se encuentran ahora en diversos refugios de la ciudad. Muchos dejaron todo atrás al escapar de la crecida de las aguas, incluidos documentos que ahora se han perdido para siempre, lo que aumenta la preocupación por los inmigrantes.

La venezolana Carina González, de 27 años, tuvo que abandonar una mochila con sus documentos y los de su hija de 11 años cuando huía de su casa con el agua hasta el pecho.

"Mi marido me dijo que soltara la mochila o a mi perro. No iba a dejar a mi perro, así que dejé la mochila con mis documentos", recuerda González. "Somos extranjeros y no podemos hacer nada sin un documento", añadió.

"Muchas personas han perdido los documentos que tenían, sus papeles de migración, su identificación provisional que tendrá que ser reexpedida para que no se queden indocumentados en Brasil", dijo Silvia Sander, funcionaria del ACNUR.

Carina y su esposo Xavier dijeron que sus empleos están a salvo, por ahora, pero les preocupa llegar al trabajo en una ciudad donde las calles del centro siguen bajo el agua.

Cruzaron a Brasil en 2018, huyendo de las tensiones políticas y la crisis económica en la vecina Venezuela. Las inundaciones les han empujado de nuevo a la agitación.

"Ni siquiera sabemos adónde vamos. Ahora mismo no tenemos destino", dice Xavier.

(Reporte de Lisandra Paraguassu; Escrito por Anthony Boadle; Editado en Español por Ricardo Figueroa)