El brazo armado de Hamás, las Brigadas Qassam, dijo que vengaría la muerte de sus miembros muertos en la incursión en el campo de refugiados de Aqbat Jabr, que según Israel tenía como objetivo capturar a unos hombres armados que habían intentado un ataque a tiros contra israelíes.

El presidente palestino, Mahmud Abbas, condenó la incursión israelí. La incursión se produjo durante un periodo de tensiones exacerbadas que han hecho temer una nueva escalada de la violencia y provocado llamamientos a la calma a ambas partes por parte de Estados Unidos y organismos internacionales como Naciones Unidas.

Las fuerzas israelíes han llevado a cabo durante meses redadas en Cisjordania tras una oleada de ataques mortales en Israel el año pasado y las fuerzas han sido puestas en alerta máxima después de que un pistolero palestino matara a tiros a siete personas cerca de una sinagoga el 27 de enero.

El ejército dijo que la redada del lunes tenía como objetivo capturar a un grupo de militantes pertenecientes a Hamás, el movimiento islamista que gobierna Gaza, que según dijo estaban atrincherados en una casa del campamento y planeaban nuevas operaciones tras un intento de ataque a tiros el mes pasado.

El ejército añadió que el 28 de enero dos individuos armados habían aparecido en un restaurante del asentamiento de Vered Yeriho, donde se encontraban unas 30 personas, pero huyeron antes de llevar a cabo un ataque tras el mal funcionamiento de un arma.

Durante la semana pasada, dijo que las fuerzas de seguridad habían llevado a cabo varias operaciones para tratar de encontrar y detener a los sospechosos.

Antes de las conversaciones en El Cairo con funcionarios egipcios que esperaban evitar una mayor escalada, el líder de Hamás, Ismail Haniyeh, indicó que la redada podría afectar a las conversaciones.