El candidato presidencial rumano de extrema derecha en el centro de un escándalo de intromisión electoral rusa se presentó el domingo en el lugar en el que iba a votar, afirmando que la decisión del Tribunal Constitucional de anular la votación era fatal para la democracia.

El tribunal anuló las elecciones presidenciales en curso tras las acusaciones de intromisión rusa y el viernes dictaminó que todo el proceso, que debía concluir este fin de semana, tendría que repetirse. Rusia niega cualquier injerencia en el proceso.

La segunda vuelta del domingo habría enfrentado a Calin Georgescu, un candidato de extrema derecha y prorruso que iba en cabeza en la primera vuelta, con la líder centrista pro Unión Europea Elena Lasconi.

El domingo por la mañana, Georgescu fue recibido por una multitud de simpatizantes y periodistas en el colegio donde habría depositado su voto.

"Seguiremos por la vía democrática", dijo, hablando en inglés. "Pido muy claramente la paz, todas las cosas que tenemos para recuperar nuestra democracia, porque la democracia fue cancelada con el tribunal".

Mientras tanto, en una carta fechada el 7 de diciembre y publicada en la plataforma de medios sociales X a última hora del sábado, Lasconi dijo al presidente electo de Estados Unidos, Donald Trump, que también temía que la democracia estuviera en peligro.

"Los últimos 35 años hemos tenido democracia, pero el gobierno y los políticos corruptos no han cumplido con el pueblo rumano", escribió. "Temo que nos queden 15 años -quizá menos- para llegar a donde nadie quiere llegar: la dictadura".

Si Georgescu ganara la presidencia, daría un vuelco a la política prooccidental del país miembro de la UE y de la OTAN, acercando a Rumanía a los Estados de Europa central y oriental con líderes populistas y favorables a Rusia, como Hungría, Eslovaquia y Austria.

Georgescu quiere poner fin al apoyo rumano a Ucrania mientras su defensa contra la invasión rusa entra en febrero en su cuarto año.

Sorin Scuratovschi, de 46 años, partidario de Georgescu, dijo que la sentencia del tribunal había sido "totalmente injusta" y "un ataque a la democracia".

Mientras Georgescu y Lasconi criticaban la decisión de anular las elecciones, el primer ministro socialdemócrata Marcel Ciolacu apoyó la medida el viernes, calificándola de "única solución correcta".