Se prevé que las refinerías se enfrenten a nuevos vientos en contra con la mayor adopción de vehículos eléctricos y las políticas destinadas a eliminar progresivamente los combustibles fósiles. Las refinerías de la costa oeste, que suelen abastecer a los conductores californianos y latinoamericanos, operan en un mercado en el que las ventas de vehículos de emisiones cero son las que más crecen y los gobiernos estatales están acelerando la transición energética prohibiendo la venta de vehículos nuevos sólo de gasolina para 2035. Las crecientes ventas de vehículos eléctricos en los últimos años han llevado a los meteorólogos a adelantar sus previsiones sobre cuándo alcanzará su punto máximo el consumo mundial de petróleo, ya que las subvenciones públicas y la mejora de la tecnología contribuyen a bajar los precios de los coches impulsados por baterías. El transporte es responsable de cerca del 60% de la demanda mundial de petróleo, y sólo Estados Unidos representa alrededor del 12%, según la Agencia Internacional de la Energía. Ese porcentaje debería disminuir, ya que la AIE prevé que los VE eliminen unos 5 millones de bpd de la demanda mundial de petróleo para 2030. MANTENIMIENTO COSTOSO El aumento de los costes de mantenimiento y las cargas de trabajo para mantener en funcionamiento las plantas envejecidas también han disuadido a los posibles compradores de refinerías, sobre todo porque las empresas se centran en la rentabilidad para los accionistas.

Valero , Marathon y Phillips 66 tenían en conjunto el equivalente a 280.000 bpd de capacidad fuera de línea en 2023 debido a interrupciones planificadas y no planificadas, un aumento de más del 20% desde 2019, según IIR Research. Para algunos operadores, la factura de reparar estas instalaciones puede ser enorme. Phillips 66 gastó 786 millones de dólares en mantenimiento en 2023, según los archivos de la empresa. La refinería de 260.000 bpd de LyondellBasell en Houston, que tiene previsto cerrar el año que viene tras dos intentos fallidos de venta, habría necesitado unos 1.000 millones de dólares en mejoras para seguir operando, según estimaciones de analistas y empresas.

Shell ya ha cerrado su refinería de Convent, Luisiana, de 240.000 bpd, tras no encontrar comprador durante la pandemia. Otras siete refinerías norteamericanas han cerrado desde que su capacidad alcanzó un máximo de 19 millones de bpd en 2020, eliminando alrededor de 1 millón de bpd de capacidad.

"Los refinadores están aprendiendo que si no invierten en sus instalaciones antes de ponerlas a la venta, el interés disminuirá", dijo Miller, de Aegis.