A la espera de que se intensifique la temporada de resultados del tercer trimestre, las bolsas europeas se encaminan hacia su tercer mes consecutivo de descensos, penalizadas aún por la fuerte subida de los rendimientos de la renta fija, los temores de desaceleración económica y, más recientemente, por la aparición de nuevas tensiones geopolíticas en Oriente Medio, que constituyen una nueva incógnita cuyas consecuencias económicas son aún difíciles de determinar.

La situación parece algo diferente en Estados Unidos, donde las últimas estadísticas confirman la buena salud de la economía estadounidense. Los operadores parecen debatirse entre la solidez de la economía y el temor a que la Reserva Federal endurezca aún más el coste del dinero para combatir una inflación que se está mostrando más resistente de lo esperado.

El mercado laboral sigue siendo muy sólido, con 187.000 nuevos empleos no agrícolas creados, el índice ISM de servicios ha subido a 54,5 (52,7 en agosto), la producción industrial aumenta un 0,4% y las ventas al por menor, contra todo pronóstico, suben un 0,6%.

Como confirmó Jerome Powell en su último discurso, la Fed podría verse abocada a subir aún más su tipo de referencia si hay más indicios de un crecimiento económico "persistentemente por encima de la tendencia" o si las tensiones en el mercado laboral dejan de remitir, sobre todo teniendo en cuenta que la inflación es un poco más alta de lo previsto (0,4% en el mes y 3,7% en un año, en lugar de 0,3% y 3,6%).

Así pues, la valoración del mercado sobre la posibilidad de una subida de tipos en diciembre ha aumentado ligeramente, a pesar de que la última subida de tipos tuvo lugar en julio, seguida de una pausa en septiembre (tipos sin cambios entre el 5,25% y el 5,50%).

Al mismo tiempo, los datos publicados en China fueron una agradable sorpresa, pero no bastaron para tranquilizar. El PIB fue ligeramente mejor de lo esperado en el 3er trimestre (+4,9%), pero muy por debajo del 6,3% previsto anteriormente. Las ventas al por menor de septiembre también fueron más boyantes (+5,5% frente al +4,96% del mes pasado), lo que podría incitar a las autoridades a esperar más tiempo antes de introducir nuevas medidas de apoyo.

En consecuencia, los mercados financieros siguen especialmente nerviosos, con la aparición de tensiones geopolíticas en Oriente Medio y los próximos comunicados empresariales a ambos lados del Atlántico. Por el momento, el panorama general es mixto. Por lo que respecta al S&P500, en esta primera fase, más del 80% de las empresas que han publicado sus cuentas han superado las expectativas en términos de beneficios netos por acción, encabezadas en particular por el sector bancario. Este trimestre podría volver a registrarse un crecimiento interanual de los beneficios por primera vez desde el tercer trimestre de 2022. Así pues, estas publicaciones podrían ser el nuevo catalizador de los mercados de renta variable.

Desde un punto de vista gráfico, la configuración del índice IBEX35 parece deteriorarse en las distintas escalas temporales, sobre todo porque pocos de sus componentes registran buenos resultados.

En datos semanales, el índice vuelve a probar el límite inferior de su rango de 9685/8718 puntos, en un contexto de aversión al riesgo.

En un horizonte temporal más corto, se observa el mismo patrón, con una prueba de 9719 puntos, correspondiente al mínimo de cierre de marzo. Esta zona de precios tendrá que contener cualquier impulso bajista y generar una reacción positiva, o arriesgarse a nuevos descensos hacia los 8.600 puntos inicialmente, o incluso los 8.416 puntos por extensión. Un retorno a esta zona de precios brindaría, no obstante, la oportunidad de una vuelta progresiva a las compras a medio plazo.