En plena temporada de resultados trimestrales a ambos lados del Atlántico, los mercados financieros han asistido a un repentino retorno de la aversión al riesgo, penalizada por la fuerte subida de los rendimientos de los bonos y el recrudecimiento de las tensiones geopolíticas en Oriente Próximo. 
 
La resistencia de la economía estadounidense y la inflación incitan a los operadores a proseguir sus ventas, ya que temen un nuevo endurecimiento monetario por parte de la Fed. 
 
Aunque los informes de beneficios de los bancos estadounidenses han sido tranquilizadores por el momento, otros resultados son dispares. Por lo tanto, la prudencia sigue estando a la orden del día a medida que nos acercamos a la publicación de un buen número de pesos pesados a ambos lados del Atlántico. 
 
Desde el punto de vista gráfico, la situación se ha deteriorado notablemente, con el índice IBEX35 cotizando en sus mínimos de mayo (e incluso en su cierre de enero). La zona de los 8719 puntos, que también se observa en los datos semanales, tendrá que contener la presión vendedora si no quiere seguir avanzando hacia los 8501 puntos, o incluso hacia los 8464 puntos por extensión. A muy corto plazo, sin embargo, un retorno por encima de los 9050 sería un primer indicio positivo.