Tras una recuperación técnica a principios de septiembre por las esperanzas de un menor ritmo de subidas de tipos en EE.UU., los mercados financieros cayeron bruscamente por la desaceleración de la inflación estadounidense. La tendencia también se ve debilitada por la perspectiva de una desaceleración económica mundial, la crisis energética en Europa y la proximidad de la temporada de resultados del tercer trimestre. La aversión al riesgo ha reaparecido bruscamente, provocando el regreso de la volatilidad a los principales índices bursátiles.

El 8 de septiembre, el BCE decidió golpear con fuerza subiendo sus tipos de interés oficiales en 75 puntos básicos para combatir la inflación, que alcanzó el 9,1% en agosto en la zona euro. El Banco Central Europeo también ha mencionado un nuevo endurecimiento monetario en los próximos meses, tras elevar sus previsiones de inflación. Ahora espera un 8,1% este año en la eurozona (frente al 6,8% de junio). La previsión para 2023 se eleva al 5,5% y para 2024 al 2,3%. También espera que el crecimiento económico se ralentice. Se espera que la economía de la eurozona crezca un 3,1% este año, luego sólo un 0,9% en 2023 y un 1,9% en 2024.

Como ha señalado Jerome Powell en sus últimos discursos, es probable que la Reserva Federal haga lo mismo este mes, tras unos datos de inflación muy decepcionantes en Estados Unidos. El índice de precios al consumo subió un 0,1% en agosto (-0,1% previsto). En un año, aumentó un 8,3% (frente al 8,5% del mes pasado). Excluyendo los alimentos y la energía, la inflación se aceleró aún más, hasta el 6,3%. Esto debería empujar a la Fed a subir también los tipos en 75 puntos básicos este mes y en al menos 50 puntos básicos a principios de noviembre, aunque ello suponga un impacto temporal en el crecimiento, que se está ralentizando (el PIB bajó un 0,6% en el segundo trimestre en Estados Unidos, tras el -1,6% del primer trimestre).

Además de la perspectiva de un aumento de las rentas de la plata, los operadores deberían centrar pronto su atención en la temporada de resultados del tercer trimestre, que comenzará a mediados de octubre. Los resultados del segundo trimestre fueron los peores desde el cuarto trimestre de 2020, con un aumento de los beneficios del S&P500 de apenas un 6% (datos de Factset). Si se excluye el sector de la energía, los beneficios bajaron un 4%. Por lo tanto, los resultados del tercer trimestre se seguirán de cerca, al igual que las perspectivas de las empresas para el final del año, especialmente porque los analistas han revisado en gran medida sus previsiones a la baja este verano.

Por ello, la actual volatilidad incita a la cautela ante la proximidad de los grandes acontecimientos.

Desde el punto de vista gráfico, después de haber recuperado casi 400 puntos en las dos primeras semanas de septiembre, el IBEX35 está sufriendo nuevos descensos, volviendo a gran velocidad a la zona de los 7900 puntos.

En datos semanales, el índice de Madrid continúa con sus oscilaciones horizontales dentro del rango de 7900/8200 puntos. En un horizonte temporal más corto, la zona de indecisión se está estrechando, con el IBEX35 moviéndose entre 7900 y 8000 puntos (extremos al cierre diario) durante varias semanas. La presión vendedora sigue siendo fuerte y el umbral de los 7900 puntos tendrá que generar una reacción alcista o arriesgarse a un rápido retorno a los mínimos de julio, en la zona de los 7729 puntos.

Podríamos aprovechar la vuelta a esta zona de mínimos para iniciar algunas compras con un mejor timing.

En caso de una reacción positiva sobre los 7900 puntos, un nuevo intento de recuperación podría llevar al IBEX35 de nuevo a los 8000/8200 puntos. Por lo tanto, la reacción del mercado hacia el umbral simbólico de los 7900 puntos debería ser decisiva.