Boluarte, de 60 años, que empezó el día como vicepresidenta y siguiente en la línea de sucesión a Castillo, se enfrenta al poco envidiable reto de sanar un Perú dividido en el que la presidencia lleva más de un año enzarzada en una batalla con el Congreso.

"Pido una tregua política para instalar un gobierno de unidad nacional", dijo en su primer discurso tras jurar como sexta presidenta del país en sólo cinco años. Prometió formar un amplio Gabinete de "todas las sangres".

"Pido tiempo, un tiempo valioso para rescatar al país de la corrupción y el desgobierno".

Abogada de formación, Boluarte era relativamente desconocida para la mayoría de los peruanos hasta hace poco. En 2018 obtuvo menos del 4% de los votos en las elecciones a la alcaldía de un distrito de Lima y perdió una candidatura a un escaño parlamentario en 2021.

Pero saltó a la fama junto a Castillo como vicepresidenta en su candidatura cuando ambos lograron una sorprendente victoria electoral en 2021 para el partido de extrema izquierda Perú Libre.

Nacida en Apurímac, una de las regiones del sur montañoso de Perú donde Castillo vio su mayor apoyo, Boluarte pasó años trabajando en el Registro Nacional de Identificación y Estado Civil, que registra nacimientos, matrimonios y defunciones.

Una vez en el cargo, Castillo nombró a Boluarte ministra de Desarrollo e Inclusión Social, un puesto que consiguió mantener hasta hace poco, en medio de varias reorganizaciones del gabinete.

"Aunque antes no tenía experiencia en política, creo que tras año y medio de ministra -cargos que suelen durar poco- ha adquirido mucha experiencia política que le servirá ahora", dijo el columnista político Gonzalo Banda.

Boluarte ha demostrado ser alguien que "sigue la corriente", dijo el analista Andrés Calderón, señalando cómo se distanció rápidamente del polarizador fundador marxista de su partido socialista, Vladimir Cerrón.

En las últimas semanas, Boluarte también se distanció de Castillo, dimitiendo de su cargo como ministra del Gabinete después de que éste sustituyera a su primer ministro en lo que algunos vieron como una escalada en su enfrentamiento con el Congreso.

Ese movimiento sugiere que "tiene una mejor lectura de la política y es más complaciente que su predecesor, lo que podría ayudarla a mantenerse en el cargo hasta 2026", dijo Calderón.