Heydemann, de 47 años, antiguo diplomado de la escuela de ingeniería de élite francesa Polytechnique, sustituirá a Stéphane Richard a partir del 4 de abril al frente del grupo controlado por el Estado, después de que un tribunal lo condenara por complicidad en la malversación de fondos públicos.

Richard, que ha dirigido Orange durante los últimos 12 años, niega haber cometido ningún delito.

Heydemann se convierte en la tercera mujer nombrada para dirigir una empresa que cotice en el índice francés CAC 40, tras Catherine MacGregor, de Engie, y Estelle Brachlianoff, que tomará las riendas del grupo de servicios públicos Veolia el 1 de julio.

Procede de Schneider Electric, donde dirigía las operaciones europeas del grupo francés de equipos eléctricos.

Heydemann dijo que, como miembro del consejo de administración de Orange durante casi cinco años, había adquirido una "sólida comprensión de los retos tecnológicos" a los que se enfrenta Orange.

"Es igualmente un gran honor poder contribuir al desarrollo de uno de los principales actores de nuestra industria", dijo en un comunicado.

Inicialmente estaba previsto que Richard dejara el grupo de telecomunicaciones el lunes, pero el consejo de administración de Orange votó a favor de mantenerlo como presidente hasta la junta de accionistas de la empresa, el 19 de mayo como máximo. También seguirá dirigiendo las operaciones hasta el 4 de abril.

Richard también será sustituido como presidente no ejecutivo del grupo, ya que éste también está dividiendo las funciones de director general y presidente del consejo.

"Es un placer dar la bienvenida a Christel Heydemann, futura directora general de Orange. Una mujer con cualidades profesionales y humanas que le permitirán afrontar los retos del grupo con la ayuda de nuestra principal riqueza: nuestros equipos en todo el mundo", tuiteó Richard el viernes.

Las acciones de Orange subían un 0,11% a las 1131 GMT.

Heydemann tomará las riendas de la compañía mientras ésta sigue desplegando la nueva generación de redes móviles de Internet y la infraestructura de fibra óptica de banda ancha, unas inversiones muy intensas en capital que han presionado sus márgenes, ya que sus dos mayores mercados, Francia y España, siguen siendo muy competitivos.