Empecemos por Francia y su índice estrella, el CAC 40, que contrasta con su mal comportamiento general en 2024. El mercado bursátil parisino registró una caída anual del 2,1% y entra a duras penas en terreno positivo si consideramos la reinversión de los dividendos (+0,9%). Este comportamiento no puede atribuirse únicamente a los vaivenes políticos. De hecho, sectores clave de alcance mundial han sufrido importantes ralentizaciones, en particular los muy expuestos a la economía china. Entre los más afectados, STMicroelectronics en semiconductores, que cayó un sorprendente 46,8%; sin olvidar el sector de bienes de lujo, en el que Kering perdió un 40%, L'Oréal, un 24,4%, y LVMH, un 13,3%; el del automóvil, con Stellantis (-40%); o el petrolero, con TotalEnergies (-13,6%). Las empresas más arraigadas en la economía francesa, como BNP Paribas (-5,3%) en banca y Vinci (-12,2%) en concesiones, se resintieron de la crisis política.

A pesar de este difícil entorno, varias empresas han obtenido resultados muy buenos este año. Accor subió un 35,5%, gracias al auge del sector hotelero, Schneider Electric, un 32,5%, gracias a la ola de eficiencia energética, Safran, un 32,3%, gracias a la recuperación del sector aeroespacial, y EssilorLuxottica, un 28,8%, gracias a la demanda sostenida en el sector sanitario. Con una ratio de valoración de 15,5 veces los beneficios previstos para 2024, según el consenso de Factset, y de 14,2 veces para 2025, los valores del CAC 40 cotizan a múltiplos razonables, lo que apunta a un posible repunte.

En el resto de Europa Occidental cundió cierto entusiasmo impulsado por supuesto, por la locomotora estadounidense. El índice alemán DAX, homólogo del CAC 40, subió un 18,8%, en claro contraste con la situación económica alemana. Según cifras de Goldman Sachs, las empresas del índice solo generan el 18% de los ingresos en el país. A pesar de los problemas de la industria automovilística alemana -en que BMW, Volkswagen, Mercedes-Benz y Porsche perdieron un 21,6%, 20,3%, 13,9% y 26,8% respectivamente-, la campeona alemana SAP lideró los resultados, con una subida del 69,4%, seguida del sector financiero con Commerzbank (+46,1%), cuya adquisición por el italiano UniCredit ha dominado la actualidad bancaria en los últimos meses. La joya armamentística Rheinmetall también registró una subida del 114,1% en su cotización a lo largo del año, reflejo del auge del sector de la defensa.

El FTSE 100, principal índice de la bolsa londinense, registró una subida moderada del 5,6% y se vio especialmente afectado por la caída de las empresas extractivas que lo componen, como BP (-15,6%), Rio Tinto (-19,1%) y Glencore (-25,1%). Los índices español IBEX 35 (+14,7%) e italiano MIB (+12,6%) han tenido muy buenos resultados este año, animados por un sector bancario al alza que busca consolidarse. En España, Inditex, empresa matriz de Zara, subió un 25,8%, liderando un sector de prêt-à-porter en el que se ha recrudecido la competencia.

Entre los países de la zona euro con peores resultados, solo a Finlandia le fue peor que a París (-4,2%). En la zona de la UE, a Dinamarca y su índice OMX Copenhague 20 (-7,9%) le pesó en gran medida la caída del gigante Novo Nordisk (-10,5%) el pasado diciembre, cuya enorme ponderación en el índice arrastra a todo el mercado.

Ante estos buenos resultados globales, el Euro Stoxx 50 y el Stoxx Europe 600 alcanzaron unos nada despreciables 8,28% y 8,78%, respectivamente. Aun así, estas cifras palidecen en comparación con el mercado estadounidense. El S&P 500 subió un 23,3%, lo que supone el segundo año consecutivo de crecimiento superior al 20%. El Nasdaq 100 le sigue, con una subida del 24,8%. Por su parte, el Dow Jones registró una subida más modesta, del 12,8%, una evolución notable marcada por la inclusión de Nvidia y The Sherwin-Williams en el índice, en sustitución de Intel y Dow Inc.

Con ganancias medias del 63% durante 2024, las Siete Magníficas de la Tecnología (Apple, Nvidia, Microsoft, Amazon, Alphabet, Meta y Tesla) representaron más de la mitad de las ganancias del S&P 500. A estos siete colosos se unió un octavo, Broadcom (+107%), cuya rentabilidad en 2024 le permitió superar la barrera de los 1.100.000 millones de capitalización bursátil, lo que le convierte en miembro del muy cerrado círculo de las "supercapitalizaciones". Como se ve, las tecnológicas siguen superando a los demás sectores, que tampoco se quedaron atrás. La elección de Donald Trump y su programa "proamericano" han impulsado a los mercados en su conjunto a un estado de entusiasmo sin precedentes. El mercado estadounidense está valorado actualmente en más de 27,5 veces los beneficios, por encima de la media de cinco años de 24,2 veces, y cerca de su máximo histórico, que se remonta a la burbuja de las puntocoms de principios de la primera década del siglo (FactSet). 

El FTSE TWSE Taiwan 50 también siguió beneficiándose de la euforia de la inteligencia artificial, que está destacando con fuerza en el sector de los semiconductores, y prevé un crecimiento del 45,4% en 2024. El MSCI Singapore hizo lo propio con una impresionante subida del 36,1%, señal de una economía dinámica y un mercado atractivo para los inversores internacionales. El ASX 200 de Australia también registró un crecimiento positivo, cerrando el año con una subida del 7,4%, testimonio de la resistencia de la economía australiana a pesar del peso de la minería en el índice. En la India, el NIFTY 50 prosiguió su tendencia positiva, con una subida del 8,8%, marcando su noveno año consecutivo de crecimiento, lo que subraya la solidez de las grandes capitalizaciones indias en un contexto de recuperación pospandémica y reformas económicas sostenidas.

El Kospi Composite, índice insignia de Corea del Sur, obtuvo malos resultados (-9,6%). Hay que decir que el entorno político ensombreció el mercado de renta variable cuando el presidente coreano, posteriormente depuesto, declaró la ley marcial para recuperar el control del país.

Por último, el MSCI World terminó el año con una importante subida del 17%, impulsada principalmente por Estados Unidos, que representa ya el 73,9% del índice, una proporción sin precedentes. El MSCI Emerging Markets también terminó el año en negro (5%).