Durante un momento de cielos despejados en 2018, cerca del final de una década de expansión económica, Estados Unidos fue el país que más contribuyó a tirar del mundo, gracias al flujo de fondos adicionales por los recortes de impuestos y las inversiones públicas, lo cual repercutió en los mercados nacionales y mundiales.

Sin embargo, las medidas tomadas por el Gobierno de EEUU, que impulsaron entonces a los mercados de todo el mundo, amenazan ahora con debilitarlo gravemente, como consecuencia de la conflictiva respuesta del país a la pandemia de COVID-19, que se ha convertido en el principal riesgo para una recuperación mundial sostenida.

Los dirigentes de muchos países, desde México a Japón, están empezando a preocuparse mucho al respecto. Las exportaciones se han visto afectadas en Alemania, mientras que Canadá mira hacia el sur con recelo, sabiendo que un impacto adicional al crecimiento de Estados Unidos será sin duda contagioso.

"A nivel mundial habrá meses y años difíciles por delante y es de particular preocupación que el número de casos de COVID-19 siga aumentando", dijo el Fondo Monetario Internacional en un análisis de la economía de Estados Unidos que alude al "malestar social" debido al aumento de la pobreza como uno de los riesgos para el crecimiento económico.

"El riesgo que se avecina es que una gran parte de la población de Estados Unidos tendrá que enfrentarse a un importante deterioro de los niveles de vida y a importantes dificultades económicas durante varios años. Esto, a su vez, puede debilitar aún más la demanda y exacerbar los obstáculos al crecimiento a largo plazo."

Se trata de una aséptica descripción de una desalentadora serie de hechos: después de que el Gobierno de Estados Unidos comprometiera aproximadamente 3 billones de dólares para apoyar la economía a superar los confinamientos y restricciones a la actividad impuestas en abril y mayo para frenar el virus, la enfermedad está extendiéndose en Estados Unidos a niveles récord justo cuando esos programas de apoyo están a punto de expirar. Más de 3,6 millones de personas se han contagiado y 140.000 han muerto. El crecimiento diario de casos se ha triplicado a más de 70.000 desde mediados de mayo, y la media móvil de 7 días de muertes, después de caer de manera sostenida de abril a julio, ha subido.

Entretanto, la sociedad del país ha quedado fracturada por cuestiones como el uso de las mascarillas, que en otras partes del mundo se han adoptado fácilmente como una cuestión de civismo colectivo. Ahora que algunos estados clave como Texas y California están volviendo a imponer restricciones, los analistas ya han observado un posible estancamiento de la recuperación de Estados Unidos.

El país todavía tiene 13,3 millones de puestos de trabajo menos que en febrero.

DECEPCIÓN GLOBAL

Para otras grandes potencias económicas, la situación estadounidense supone un peso añadido a sus propias batallas contra el virus y sus repercusiones económicas.

La economía de Estados Unidos representa alrededor de una cuarta parte del producto interior bruto mundial. Aunque gran parte está relacionado con servicios, y gran parte del impacto directo del virus está ligado a industrias como los restaurantes, con vínculos débiles con la economía global, existen conexiones.

La pérdida de un empleo conlleva un menor gasto del consumidor, lo que se traduce en menos importaciones; las débiles condiciones comerciales hacen que se invierta menos en equipos o en suministros que a menudo se producen en otros lugares.

Las importaciones de Estados Unidos en lo que va de año hasta mayo han bajado más de un 13%, lo que equivale a 176.000 millones de dólares.

En Alemania, cuyas medidas para contener la pandemia se consideran entre las más eficaces, las exportaciones a Estados Unidos cayeron un 36% interanual en mayo. Los analistas ven pocas perspectivas de mejora, y las ventas de automóviles en EEUU hasta junio han bajado casi un 24% con respecto al año anterior.

"Es realmente una decepción", dice Gabriel Felbermayr, presidente del Kiel Institute for the World Economy, en una entrevista reciente con la cadena de radio Deutschlandfunk. El aumento de las infecciones en EEUU no era de esperar, según Felbermayr.

En Japón, la velocidad de la recuperación se ve ligada directamente al éxito de EEUU en la contención del virus.

"La recuperación de Japón se retrasará realmente si no se detiene la propagación del coronavirus en Estados Unidos y no aumentan las exportaciones hacia Estados Unidos desde varios países asiáticos", dijo Hideo Kumano, un exdirigente del Banco de Japón que ahora es economista jefe del instituto de análisis Dai-ichi Life.

PESIMISMO EN LAS DOS FRONTERAS

El FMI proyecta que el PIB de EEUU se reducirá este año en un 6,6%, en línea con las proyecciones de muchos analistas.

El Banco de Canadá es más pesimista, con un pronóstico de caída del 8,1%. Se trata de una proyección que ya ha sido revisada a la baja una vez, ante el deterioro de la situación sanitaria.

Si las cifras son más bajas de lo previsto el impacto en Canadá será directo, ya que posiblemente tres cuartas partes de las exportaciones del país se dirigen a la frontera con Estados Unidos.

"Hemos rebajado nuestra proyección sobre EEUU. (...) Me gustaría subrayar que hay mucha incertidumbre, y la principal fuente de incertidumbre es la evolución del propio coronavirus", dijo el gobernador del banco central canadiense, Tiff Macklem.

En la frontera sur, México también está registrando cifras diarias récord de nuevos casos, pero el presidente Andrés Manuel López Obrador ha desviado en ocasiones las críticas a su gestión apuntando a las cifras de EEUU.

López Obrador realizó una arriesgada visita al presidente Donald Trump a principios de julio, describiendo su viaje a Washington como una cuestión de necesidad económica, ya que México quiere reactivar una economía que podría contraerse en un 10% o más este año, según los pronósticos.

El presidente mexicano confía en que el nuevo acuerdo comercial entre Estados Unidos, México y Canadá (USMCA, por sus siglas en inglés), que entró en vigor el 1 de julio, estimule los negocios y la inversión, pero el pesimismo sobre las perspectivas ha ido en aumento.

"La gente en EEUU está perdiendo empleos o ingresos, y eso es un lastre (...) y tendrá ramificaciones en la capacidad de consumo a nivel mundial", dijo Elizabeth Crofoot, economista principal de la Conference Board, que documentó una caída récord en la confianza del consumidor mundial en una encuesta reciente.

"Damos un paso adelante y dos atrás".

(Información de Howard Schneider desde Washington; información adicional de Reinhard Becker y Christian Kraemer desde Berlín, Leika Kihara desde Tokio, Steve Scherer desde Ottawa y Dave Graham desde Ciudad de México; editado por Dan Burns y Matthew Lewis; traducido por Tomás Cobos)