¿Qué ha ocurrido desde la intervención de finales de septiembre? 

Japón gastó unos 2,8 billones de yenes (18.600 millones de dólares) en ventas de dólares y compras de yenes el mes pasado, cuando las autoridades intervinieron en los mercados para apoyar al yen por primera vez desde 1998. Desde entonces, los responsables políticos han amenazado repetidamente con actuar contra los movimientos volátiles del yen. También presionaron con éxito para incluir en una declaración de los líderes financieros del G7 la semana pasada que las autoridades vigilarán de cerca la "reciente volatilidad" de los mercados. Pero estas medidas no han conseguido evitar que el dólar gane un 7% frente al yen desde la intervención del 22 de septiembre. Y aunque el yen ha dado ocasionalmente saltos sospechosos, las autoridades no han revelado si han intervenido desde entonces.

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¿Qué podría desencadenar una nueva intervención?

Los responsables políticos han declarado en repetidas ocasiones que se fijan en la velocidad de los movimientos del yen, no en su nivel, para decidir si intervienen. Estos comentarios reflejan la necesidad de que Japón respete un acuerdo tácito entre los países avanzados del G7, según el cual la intervención sólo estaría justificada cuando estuviera destinada a mitigar "el exceso de volatilidad y los movimientos desordenados" del mercado. Esto significa que Tokio evitará intervenir de forma que dé la impresión de que está defendiendo un determinado nivel del yen. Por lo tanto, cualquier intervención futura es más probable cuando la caída de la moneda se acelera, como el 22 de septiembre, cuando perdió casi un yen entero en un corto espacio de tiempo.

¿Cuál es la siguiente línea de cresta?

El primer ministro Fumio Kishida ha sido criticado por los parlamentarios por no haber frenado la incesante caída del yen, que está haciendo subir los precios de las importaciones y el coste de la vida de los hogares. Aunque las autoridades niegan que tengan una línea en la arena, estos factores políticos hacen que deban ser cuidadosos en la defensa de los umbrales psicológicamente importantes. También están buscando en los gráficos técnicos los niveles de soporte clave para la moneda japonesa que, si se rompen, podrían acelerar su caída.

Algunos participantes en el mercado señalan el máximo del USD/JPY de 152,30 yenes en septiembre de 1990 como un nivel de soporte importante, por delante de la marca de 155 yenes. Otros dicen que no hay ninguna barrera importante antes de los 160 yenes. Una ruptura por encima de los 160 yenes llevaría al par a niveles no vistos desde el Acuerdo del Plaza de 1985, cuando las principales economías, incluida la japonesa, tomaron medidas coordinadas para invertir la tendencia alcista del dólar estadounidense. 

Ce graphique montre que si le dollar monte régulièrement contre les autres devises, le décalage avec le yen est bien plus important
Este gráfico muestra que mientras el dólar sube constantemente frente a otras monedas, el desfase con el yen es mucho mayor

¿Qué podría hacer el Banco de Japón?

Con la recuperación económica todavía frágil, el Banco de Japón no ha mostrado ningún deseo de cambiar sus tipos de interés ultrabajos ni su política "dovish" (acomodaticia), a los que se acusa de empujar el yen a la baja. Pero el banco central está luchando por mantener su política de control de la curva de rendimiento (YCC), ya que la subida de los tipos de interés a nivel mundial está llevando el rendimiento del bono a 10 años por encima de su techo implícito del 0,25% y presionando al alza toda la curva.

Al controlar a la fuerza el rendimiento de los bonos a 10 años en torno a su objetivo del 0% mediante la compra ilimitada de bonos, el Banco de Japón también está dando luz verde a los especuladores para que devalúen el yen y contradice los esfuerzos del gobierno para frenar la fuerte caída de la moneda. Si se intensifican las críticas públicas a la política del BOJ, el banco central podría verse presionado para cambiar su comunicación dovish sobre la política futura. Esto podría llevar a un posible ajuste del BOJ cuando el gobernador dovish, Haruhiko Kuroda, vea finalizado su mandato en abril, según algunos analistas.

Sin embargo, hasta ahora, Kishida está defendiendo la política de ultralibertad del Banco de Japón y a Kuroda, que se enfrenta a las peticiones de algunos diputados de la oposición para que dimita antes de que termine su mandato.