Ese periodo de crecimiento sobresaliente va a terminar este año, según muestra un análisis de los datos del Banco Mundial y las previsiones del Fondo Monetario Internacional, con Colombia superando a Perú.

La ralentización del crecimiento del segundo productor mundial de cobre subraya una dolorosa verdad: la economía peruana está empezando a resquebrajarse tras años de crisis políticas cada vez más perturbadoras que han llegado a su punto álgido bajo el presidente Pedro Castillo y un Congreso combativo, perjudicando tanto a la inversión privada como a la pública.

Las presiones económicas mundiales, como la inflación provocada por la pandemia, han golpeado con fuerza a América Latina, pero el ambiente se ha vuelto especialmente agrio en Perú. La confianza de los inversores es más baja que durante la Gran Recesión y se acerca al mínimo histórico de la pandemia, a pesar de que el rendimiento empresarial sigue mejorando, según muestran las encuestas mensuales del banco central de Perú analizadas por Reuters.

"Creo que no hay otra opción sino que el gobierno está afectando las expectativas (económicas) porque a las empresas les está yendo bien", dijo Pedro Francke, ministro de Economía inaugural de Castillo, quien renunció a principios de este año.

Castillo asumió el cargo en julio pasado, asustando a los inversores en la campaña electoral con un plan para redistribuir radicalmente la riqueza y rehacer la constitución. Pero al final entregó la economía a unos zares de finanzas moderados y no ha aprobado ninguna reforma económica significativa.

Su administración y sus allegados están ahora asediados por los escándalos. El propio Castillo se enfrenta a seis investigaciones penales, una de ellas por presunta obstrucción a la justicia en el despido de un ministro. El Congreso le ha sometido a juicio político en dos ocasiones, pero no ha conseguido destituirlo.

Aunque Perú está acostumbrado a la agitación y en 2020 pasó por tres presidentes en nueve días, los analistas del mercado dicen que su economía se enfrenta finalmente a lo que puede resultar una prueba insuperable.

"La política y la economía ya no pueden ser tratadas por separado en Perú", dijo Fitch en un informe esta semana.

El Ministerio de Finanzas de Perú declinó hacer comentarios.

Sin embargo, se espera que Perú siga estando entre las economías de mayor rendimiento de América Latina, según el Fondo Monetario Internacional. Mientras tanto, Moody's, Fitch y S&P dijeron a Reuters que no ven riesgos inminentes de una rebaja en la calificación de grado de inversión de Perú.

Las empresas más grandes de Perú, incluyendo la prestamista Credicorp y la minera Sociedad Minera Cerro Verde, han presentado sólidas ganancias en lo que va del año.

Aun así, el ministerio de finanzas de Perú está listo para bajar sus expectativas de crecimiento para el 2022 a finales de este mes del 3,6%, según el recién nombrado ministro de finanzas Kurt Burneo, quien primero sugirió que podría ser tan bajo como el 2,2%, pero desde entonces ha dicho que podría ser un poco más alto.

"Hoy el Perú se enfrenta a una prueba de estrés más... pero lo que no podremos salvar es el crecimiento económico", dijo David Tuesta, presidente del Consejo Privado de Competitividad, un grupo de expertos financiado por intereses empresariales.

UN POPULISTA QUE NO SABE GASTAR

Castillo llegó al poder prometiendo aumentar el gasto, financiar nuevos programas sociales y aumentar los impuestos a la industria minera.

Pero su administración ha supervisado en realidad un gasto público más lento a pesar de los ingresos fiscales récord, mientras que el Congreso archivó la reforma fiscal minera.

El déficit fiscal de Perú se sitúa ahora en un muy conservador 1% del PIB, una dramática reducción desde el 8,9% de hace sólo dos años, todo ello logrado sin una política de austeridad en marcha.

"La mala noticia es que la reducción del déficit se debe... a la incapacidad de este gobierno de gastar incluso en las cosas en las que quiere gastar", dijo Jaime Reusche, vicepresidente de Moody's.

El gasto del gobierno central de Perú se ha contraído un 5% en lo que va de año en comparación con el año pasado, cuando Castillo aún no estaba en el poder, en medio de una rotación récord en los altos cargos del gobierno.

A menos de dos semanas de haber asumido el cargo, el ministro de Finanzas, Burneo, dijo en un artículo de opinión que Perú se arriesga a una recesión si no aumenta el gasto y criticó al banco central por subir las tasas para combatir la inflación.

Aunque muchos analistas han pronosticado que Castillo podría no terminar su mandato en 2026, los legisladores de la oposición han dicho que carecen de los votos para destituirlo.

Pero incluso si lo hicieran, la destitución de Castillo podría no sacudir la economía ni cambiar su trayectoria hacia un crecimiento más lento.

"No debería tener un gran impacto en la actividad económica y en el crecimiento real", dijo Reusche.