PEKÍN, 15 nov (Reuters) - Los casos de COVID-19 en China volvieron a aumentar el martes, incluso en la capital, Pekín, aunque muchas ciudades redujeron las pruebas rutinarias después de que las autoridades anunciaran la semana pasada medidas destinadas a aliviar el impacto de las fuertes restricciones al coronavirus en el país.

China se esfuerza por limitar los daños de su política de "cero contagios" tras casi tres años de pandemia, mientras el último de una serie de informes económicos desalentadores mostró que las ventas minoristas cayeron en octubre y la producción de las fábricas creció más lentamente de lo esperado.

Aunque muchos residentes han expresado un cauto optimismo tras el anuncio del viernes de que se relajarían algunas de las estrictas políticas frente al COVID-19, esta semana aumentó la preocupación por el empeoramiento de los brotes y hubo confusión cuando algunas ciudades detuvieron o ajustaron las pruebas regulares.

En Cantón, una ciudad del sur con casi 19 millones de habitantes, los nuevos contagios superaron los 5.000 por primera vez, lo que alimentó las especulaciones sobre la posibilidad de ampliar los confinamientos a nivel de distrito.

"La curva de infección de Cantón está siguiendo el ritmo del brote de marzo-abril de Shanghái, lo que plantea la cuestión de si se desencadenará un confinamiento en toda la ciudad", escribieron los analistas de JPMorgan, en referencia al confinamiento de dos meses de Shanghái este año.

"Se convertiría en una prueba de la determinación del Gobierno de impulsar la relajación de las medidas de control del COVID-19", señalaron.

China informó de 17.772 nuevos casos de infección por COVID-19 a nivel local el 14 de noviembre, lo que supone un aumento con respecto a los 16.072 nuevos casos registrados un día antes y la mayor cantidad desde abril, con ciudades importantes como Chongqing y Zhengzhou entre las más afectadas.

JPMorgan calcula que las ciudades con más de 10 nuevos casos acumulados en la última semana albergan a 780 millones de personas y representan el 62,2% del PIB, aproximadamente el triple que a finales de septiembre.

El lunes, el distrito más poblado de Pekín, Chaoyang, donde se localizan la mayoría de los casos, trasladó algunos lugares de prueba más cerca de los complejos residenciales.

Si bien esto aumentó el número total de centros, también provocó largos tiempos de espera en muchos casos, lo que alimentó la frustración, ya que muchos lugares de trabajo y otros establecimientos siguen exigiendo resultados negativos de las pruebas en un plazo de 24 horas.

En Weibo, una red social similar a Twitter, una etiqueta sobre el cierre de las cabinas de pruebas se inundó de comentarios críticos el lunes por la noche antes de ser censurado: "¿Qué se supone que deben hacer los trabajadores?", escribió un usuario. Otro preguntó: "¿A qué clase de cerebro se le ocurrió esta política?".

El martes, la cadena estatal CCTV dijo que el distrito de Chaoyang estaba añadiendo más lugares para realizar pruebas, incluso cerca de edificios de oficinas.

Pekín informó de 462 nuevos contagios el lunes, frente a los 407 del día anterior.

Según las nuevas normas chinas, las pruebas deben ser más selectivas, aliviando lo que ha sido una importante carga financiera para las ciudades.

"¿POR QUÉ ESTÁ CONFINADO NUESTRO EDIFICIO?"

El anuncio de la flexibilización del viernes provocó una subida de las acciones por la esperanza de que China esté sugeriendo sus planes de poner fin a una política que ha cerrado casi por completo sus fronteras y ha provocado frecuentes cuarentenas, posiblemente a partir de la sesión anual del Parlamento en marzo.

Pero los expertos advierten que la reapertura total requerirá un esfuerzo masivo de refuerzo de la vacunación, dados los bajos niveles de inmunidad de grupo resultantes del aislamiento de China durante la pandemia. También requerirá un cambio en los mensajes, dicen, en un país en el que se teme ampliamente contraer el COVID-19.

En Shanghái, que ha notificado cifras de infección relativamente bajas, incluidas las 16 del lunes, todavía se han sellado bloques de apartamentos enteros y el Shanghai Disney Resort lleva cerrado desde el 31 de octubre después de que un visitante diera positivo en la prueba de COVID-19.

Aunque el Gobierno central ha instado a adoptar un enfoque más flexible para controlar los brotes, las autoridades locales siguen teniendo un amplio margen de maniobra para poner en cuarentena los edificios que consideren de alto riesgo.

"Las normas son muy claras, ¿por qué está confinado nuestro edificio?", preguntó un jubilado de Shanghái cuyo edificio fue sellado con cinta adhesiva el lunes por la mañana después de que un "contacto cercano" fuera trasladado y puesto en cuarentena.

Sin embargo, la ciudad septentrional de Shijiazhuang, que informó de más de 500 infecciones el domingo, ha suspendido las pruebas en toda la ciudad y ya no está comprobando los resultados de las pruebas para utilizar el transporte público, aunque los pasajeros todavía deben escanearse con una aplicación de teléfono móvil, según el medio estatal Jiemien.

El condado de Guangchang, en la provincia oriental de Jiangxi, dijo que había cancelado las pruebas comunitarias previstas para los días 13 y 14 de noviembre, después de que las pruebas realizadas entre el 8 y el 10 de noviembre fueran todas negativas.

(Información de Liz Lee, Martin Quin Pollard, Bernard Orr y Albee Zhang en Pekín y wang Jing y David Stanway en Shanghái; escrito por Tony Munroe; editado en español por Benjamín Mejías Valencia)