Por Simon Clark 
   THE WALL STREET JOURNAL 
 

Los bancos centrales, las instituciones financieras más poderosas del mundo, quieren convertirse en los guardianes del medioambiente también. Sostienen que el cambio climático es un riesgo financiero y económico y consideran que la subida del nivel del mar, el aumento de los incendios forestales y las tormentas cada vez más grandes podrían provocar escasez de productos y cortes de suministros que generen inflación, su tradicional enemigo acérrimo.

Las entidades más involucradas en este tema intentan limitar el cambio climático apartando a sus sistemas financieros de los combustibles fósiles. Sus regulaciones podrían afectar a empresas estadounidenses que operan en el extranjero. Entre las responsabilidades del Banco de Inglaterra figura ya explícitamente la sostenibilidad medioambiental, además del mantenimiento de la estabilidad de los precios.

La Reserva Federal se muestra cautelosa, preocupada por los riesgos financieros pero temerosa de ampliar su mandato, lo que la dejaría en medio del debate entre republicanos y demócratas sobre el cambio climático.

En diciembre, la Fed se unió a la Red de Bancos Centrales y Supervisores para Ecologizar el Sistema Financiero. Este grupo, que incluye a bancos centrales y reguladores de grandes países europeos, además de China, Rusia y Japón, comenzó con ocho miembros en 2017.

Ahora, con 90 bancos centrales y reguladores en sus filas, el grupo planea celebrar una gran conferencia el próximo mes. Algunos miembros están ajustando sus consideraciones de política monetaria basadas en el clima, que podrían incluir mayores cargos por los préstamos al sector de los combustibles fósiles y pruebas de solvencia bancaria que se centren en el riesgo de aumento de las temperaturas para las carteras de préstamos.

El grupo, que se creó en parte como respuesta al anuncio de Estados Unidos en 2017 de que se retiraba del acuerdo del clima de París, incluye a reguladores de los bancos sistémicos mundiales. Posteriormente, la superpotencia volvió a rubricar los acuerdos de París.

Entre los potenciales riesgos del cambio climático para el sistema financiero están las pérdidas por morosidad o el descenso del valor de activos como los inmuebles en primera línea de costa o los que se ven expuestos reiteradamente a incendios forestales. Bancos comerciales e inversores han prestado miles de millones a empresas que producen importantes cantidades de dióxido de carbono, como las que operan plantas de electricidad alimentadas con carbón.

Aunque el cambio climático podría afectar a las macroeconomías, los esfuerzos se centran ahora mismo en la regulación de las empresas financieras. No obstante, los bancos centrales están yendo más allá de su foco tradicional en gestionar la inflación.

Algunos bancos centrales están debatiendo también si exigen a las entidades reservar más capital para créditos a empresas de combustibles fósiles y menos a los préstamos que se hagan a compañías energéticas eólicas o solares.

Esto implicaría que los bancos centrales estarían influyendo en qué áreas de la economía logran crédito. Un cambio en esa dirección sería contrario a la creencia de los bancos centrales de que deben evitar influir en las decisiones de crédito y podría lanzarlos a disputas políticas sobre hasta qué punto se está produciendo un cambio climático.

El Banco de Pagos Internacionales, el llamado banco central de los bancos centrales, tiene un programa para financiar la producción de energías renovables a cuya financiación contribuye el Banco Central Europeo.

El presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, planea participar en la cumbre virtual de junio sobre clima. Eso no obliga a la institución a adoptar ninguna política y Powell se ha mantenido al margen de los planes propuestos por otros bancos.

-Escriba a Simon Clark a simon.clark@wsj.com

Versión española de María Elsa González maria.gonzalez@dowjones.com

Editado por RMR y NUC

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May 17, 2021 07:49 ET (11:49 GMT)