Es probable que la reunión del miércoles entre Biden y McCarthy sirva como campana de apertura de meses de maniobras de ida y vuelta sobre el aumento del límite de endeudamiento de Estados Unidos de 31,4 billones de dólares.

Sin embargo, ninguna de las partes da señales de estar dispuesta a negociar nada todavía.

La falta de acuerdo podría conducir a un posible impago de la deuda estadounidense ya en junio.

Biden pedirá a McCarthy que dé a conocer un plan presupuestario en la reunión y que se comprometa a respaldar las obligaciones de la nación en materia de deuda, según una nota de la Casa Blanca vista por Reuters.

"Elevar el techo de la deuda no es una negociación; es una obligación de este país y de sus líderes para evitar el caos económico", escribieron el asesor económico Brian Deese y la directora de la Oficina de Gestión y Presupuesto, Shalanda Young.

McCarthy, por su parte, dijo que Biden tiene que estar dispuesto a hacer concesiones para conseguir que el Congreso apruebe una subida del techo de la deuda.

"Lo primero que deberían hacer, especialmente como presidente de Estados Unidos, (es) decir que está dispuesto a sentarse y encontrar un terreno común y negociar juntos", dijo McCarthy a los periodistas en el Capitolio estadounidense.

Los republicanos de la Cámara de Representantes han dicho que cualquier subida del techo de la deuda debería ir acompañada de fuertes recortes del gasto, pero aún no han esbozado los detalles concretos. McCarthy ha descartado recortes a la Seguridad Social y a Medicare, los dos mayores programas de prestaciones del gobierno.

La Casa Blanca dice que sólo discutirá futuros recortes del gasto después de que se eleve el techo de la deuda.

Al preguntársele cuál será su mensaje para McCarthy, Biden dijo a los periodistas el lunes: "Muéstreme su presupuesto y yo le mostraré el mío".

Es posible que las propuestas detalladas no surjan hasta dentro de varias semanas.

La Casa Blanca ha dicho que dará a conocer su propuesta presupuestaria el 9 de marzo. Los republicanos de la Cámara de Representantes, por su parte, tratarán de presentar su propuesta presupuestaria en abril, dijo el líder republicano de la Cámara, Steve Scalise.

"Espero que el presidente cumpla su plazo al igual que nosotros vamos a trabajar para cumplir el nuestro", dijo Scalise en una conferencia de prensa.

La Casa Blanca ha aprovechado la falta de consenso para destacar las propuestas marginales de algunos republicanos, incluida una que suprime el Servicio de Impuestos Internos en favor de un impuesto sobre las ventas más alto y otra que recorta las prestaciones de jubilación de la Seguridad Social.

A diferencia de la mayoría de los demás países desarrollados, Estados Unidos pone un límite duro a cuánto puede pedir prestado, y el Congreso debe elevar periódicamente ese tope porque el gobierno estadounidense gasta más de lo que ingresa.

El aumento del techo de la deuda suele votarse de forma bipartidista, pero los republicanos han utilizado su influencia anteriormente para conseguir recortes del gasto.

Un enfrentamiento en 2011 entre el presidente demócrata Barack Obama y los republicanos de la Cámara de Representantes llevó al país al borde del impago y provocó la primera rebaja de la calificación crediticia del país.

Los veteranos de aquella batalla advierten de que la política y las matemáticas son más duras esta vez, lo que hará más difícil encontrar una resolución hasta que el Gobierno esté a punto de quedarse sin dinero, o después de que lo haya hecho.

"Creo que la posibilidad de un error de cálculo es mayor hoy que en 2011", dijo Neil Bradley, un ex asesor del liderazgo republicano en la Cámara de Representantes que ahora es un alto funcionario de la Cámara de Comercio de Estados Unidos.

El enfrentamiento en torno a la creciente deuda estadounidense amenaza con hacer tambalearse la economía mundial si Estados Unidos incurre en impago.

El Departamento del Tesoro ya ha empezado a tomar "medidas extraordinarias" para evitar un impago hasta el verano, tras alcanzar el límite de endeudamiento del gobierno estadounidense de 31,4 billones de dólares a principios de enero.