Dibujo de Amandine Victor para MarketScreener

¡Menuda semana! Los mercados financieros pasaron por todas las emociones posibles, encabezadas por el nerviosismo y el miedo. Todo empezó la semana pasada con Silvergate Bank. Esta institución, con sede en una lujosa zona de San Diego (California), se hizo famosa por especializarse en el mercado de divisas digitales allá por 2013. Fue un movimiento audaz, sobre todo porque en aquel momento pocas instituciones financieras estaban dispuestas a entrar en este sector nuevo y poco regulado. Las recientes turbulencias han pasado factura a la entidad, al igual que a FTX (FTT), la plataforma que quebró unas semanas antes. 

Como una ficha de dominó lleva a otra, es el banco SVB, abreviatura de Silicon Valley Bank, el que ha quebrado. La decimosexta institución financiera de Estados Unidos es la mayor quiebra bancaria en el país del Tío Sam desde la de Lehman Brothers en 2008. ¿Qué no hay que temer? Sobre todo porque al día siguiente, la quiebra de este banco especializado en empresas tecnológicas se llevó por delante a Signature Bank, con 110.000 millones de dólares en activos, que también entregó sus armas. 

Ante el pánico reinante, y el temor a un crash como el de 2008, las autoridades estadounidenses intervinieron rápidamente (a diferencia de 2008, cuando la reacción se hizo esperar).

A raíz de esto, otros bancos vieron caer literalmente en picado el precio de sus acciones, por temor a que una quiebra les afectara a su vez. Zions perdió un 40%, Keycorp un 38%, Comerica un 42% y sobre todo First Republic, que cayó un 75%.

Al mismo tiempo, en Europa, Credit Suisse también se tambaleaba. Si el vínculo entre la situación de los establecimientos americanos y el banco suizo no está probado, el movimiento de pánico agravó los temores en torno a la institución suiza ya muy debilitada. En efecto, los sucesivos y caóticos anuncios se han acumulado y la historia de la institución, poco familiarizada con las buenas noticias desde hace varios años, no ha ayudado. Primero, el anuncio del aplazamiento del informe anual, luego el de un fallo de control interno, seguido de la declaración del principal accionista sobre la sequía de liquidez, hicieron temer lo peor para Credit Suisse. Al final, fue el Banco Nacional Suizo - el BNS - el que se puso el manto de héroe y permitió a Crédit Suisse pedir prestados hasta 50.000 millones de francos suizos para salvar la situación. ¡Uf! 

Ha sido una semana intensa y dura a ambos lados del Atlántico. El sistema bancario se ha teñido de rojo oscuro, pero, por ahora, el escenario de una crisis financiera generalizada como la de 2008 parece haberse evitado.