La revancha de una idea olvidada

La idea es tan simple como interceptar el CO₂ emitido por las actividades humanas antes de que se escape a la atmósfera y contribuya al calentamiento global. Pero detrás de la simplicidad del concepto se esconde una maquinaria compleja, que requiere mucha energía, capital y una ingeniería de alto nivel. Desde la captura hasta el secuestro, pasando por el transporte, cada etapa de la cadena de captura, almacenamiento y utilización de carbono constituye un reto en sí mismo. Si el mundo desea la neutralidad en carbono para 2050, tendrá que superar todos estos retos.

Una tecnología de lenta maduración, pero ahora imprescindible

Los inicios de la captura de carbono se remontan a la década de los noventa del siglo pasado. Noruega fue pionera con el proyecto Sleipner, en el que Equinor (entonces Statoil) almacenaba CO₂ en formaciones geológicas submarinas. En aquel momento, el objetivo no era ecológico, sino económico: se trataba de evitar un impuesto nacional sobre el carbono. Sin embargo, el experimento abrió una nueva vía, que se ha explorado más seriamente a lo largo de los años. Hoy enca