En el Reino Medio, todo va mal. El crecimiento del PIB en 2023 alcanzará uno de los peores niveles desde 1990 (sin contar los años Covid), con previsiones de entre el 4,7% y el 5,2%. La desaceleración del sector inmobiliario continúa por tercer año: los precios de la vivienda y las ventas de viviendas nuevas siguen una tendencia a la baja. Las exportaciones son lentas, reflejo de la ralentización de la demanda mundial. El consumo interno apenas empieza a recuperarse, en beneficio de la acumulación de ahorros.

 

Ventas al por menor - China (Fuente: Forex Factory)

La presión deflacionista es similar a la de la crisis asiática de finales de los años 90 (el IPC, índice de precios al consumo CPI en inglés, se situó en -0,3% en diciembre).El IPC, índice de precios al consumo, bajó un 0,3% interanual en diciembre, prolongando la desaceleración iniciada en el verano de 2023.

El mercado laboral está en baja forma (el desempleo juvenil ha alcanzado un nivel récord, por ejemplo) y los salarios se contraen. Las restricciones impuestas por Pekín a algunos sectores clave, como el tecnológico, frenan la inversión. La producción industrial apenas logra volver a los niveles anteriores a la pandemia.

 

Producción industrial china (Fuente: Forex Factory)

Todas estas dificultades son ahora palpables en los mercados financieros del país. Tanto dentro como fuera del país, los inversores muestran preferencia por otros mercados. La fuerte caída de los principales índices del país en las últimas semanas así lo atestigua.

Como de costumbre, Pekín ha decidido sacar a relucir sus fuerzas armadas. En primer lugar, las autoridades chinas "pidieron" a algunos grandes inversores institucionales que suspendieran la venta de acciones en determinados días. Al hacerlo, impulsaron brevemente el CSI 300 a finales del 223. Las ventas sólo se aplazaron, y el mercado volvió a caer.

Luego atacaron a los pequeños fondos de inversión y a los corredores, antes de cambiar de opinión: las escasas ganancias se esfumaron inmediatamente. Se volvieron a imponer restricciones. Algunas pequeñas medidas, destinadas a reducir los costes de transacción, sólo tuvieron un efecto muy efímero. Los fondos de inversión de la administración central se lanzaron a la compra. En vano, el mercado se distorsionó y la confianza en él se difuminó permanentemente. La caída de los precios se extendió y empezó a preocupar a los pequeños inversores.

Según los expertos del mercado chino, el gobierno aún tiene algunos ases en la manga para jugar en caso de pánico generalizado. Mientras tanto, esta tarde se publicará una nueva salva de estadísticas que, no obstante, debería marcar una mejora de los muy débiles indicadores fundamentales. ¿Será real el repunte impulsado por Pekín? La respuesta dentro de unas horas.