Está claro que las autoridades chinas son más duras con sus propios gigantes digitales que las estadounidenses, a pesar del giro político iniciado por Donald Trump en la materia. Este fin de semana, Pekín ha dado un nuevo ejemplo de autoritarismo al obligar a retirar de las tiendas de aplicaciones la aplicación de servicios VTC Didi. La autoridad local de ciberseguridad culpa a la empresa de una grave violación de la normativa sobre recopilación de datos de los usuarios. Pero se puede intuir que todos los medios son buenos para atormentar a las empresas implicadas. Las cosas sólo pueden volver a la normalidad si Didi accede a las peticiones oficiales de cambio. El CAC, que ya no es sólo un índice bursátil francés, sino que también significa Administración del Ciberespacio de China, también ha arremetido contra Kanzhun y Full Truck Alliance, otras dos empresas chinas que acaban de cotizar en Nueva York.

El momento de la sanción no parece ser casual. Didi Chuxing, a menudo denominada el "Uber chino", salió a bolsa en Nueva York la semana pasada, recaudando 4.400 millones de dólares (bajo el nombre de Didi Global), la mayor operación desde Alibaba. Su valoración alcanzó los 68.000 millones de dólares. Incluso antes de la salida a bolsa, la empresa ya estaba en el punto de mira de China, que había iniciado una investigación basada en un concepto general de amenaza a la seguridad de los datos nacionales. Incluso se rumorea que los funcionarios chinos hicieron todo lo posible para evitar la cotización de la empresa en el Nasdaq. Al no salirse con la suya, parece que han orquestado una violenta reacción.

Didi fue fundada en 2012 por Cheng Wei, un ex ejecutivo de la omnipresente Alibaba, padre de todos los gigantes digitales chinos. Sus características están disponibles en el antiguo Reino Medio, donde es el número uno, pero también en Rusia o Australia. La aplicación afirma tener 493 millones de usuarios activos al año.

Más de dos tercios de las empresas chinas que han salido a bolsa este año en Estados Unidos cotizan por debajo de su precio de salida a bolsa, según datos recogidos por Dealogic y publicados ayer por el Financial Times. Desde principios de año, 34 empresas chinas han recaudado 12.400 millones de dólares en Nueva York, lo que evidentemente constituye un récord. Sin embargo, el debut bursátil es complicado, sobre todo por el endurecimiento de la normativa que los reguladores están imponiendo al sector, en Estados Unidos pero sobre todo en China. Pekín está muy interesada en la recogida de datos, especialmente en los sectores de la tecnología, la logística y la movilidad. El país se ha dado cuenta de que quien controla los datos y el ciberespacio lleva ventaja a sus rivales, aunque investigaciones recientes demuestran que Estados Unidos sigue estando mucho más avanzado. Pero en este y otros ámbitos, China está aprendiendo rápidamente.

Distribución por sectores (GICS)

Ofertas públicas de venta en diversos sectores (Fuente: Marketscreener.con Bloomberg)

Reprogramación de las estrellas del sector

El Partido Comunista es muy crítico con la emancipación provocada por el desarrollo de la tecnología digital china. Y el poder adquirido por algunos grupos y sus líderes Lo vimos con las ofensivas contra Alibaba y compañía o frente a las criptodivisas. Pero Pekín parece tener dificultades para decidir entre dejar que sus líderes se lancen a la conquista del mundo o castigarlos por las libertades que se toman con el poder central. Es un enfoque que parece un poco esquizofrénico para los observadores occidentales, pero no siempre fue la norma. Hace cinco o seis años, China seguía promocionando a sus empresarios de éxito. Pero desde entonces, el gobierno central ha empezado a hacer limpieza, ya sea con respecto a las empresas que se estaban volviendo demasiado importantes en su sector original o en una serie de sectores, como Alibaba y Tencent, y/o sus directivos. Se rumorea que los empresarios más dinámicos de China están ahora compitiendo para no llegar a los primeros puestos de la lista de las personas más ricas de China, para no llamar demasiado la atención de las autoridades.

Hasta principios de 2021, la euforia reinante había diluido un poco la amenaza regulatoria china. Los inversores tienen que incorporar una prima de riesgo cuando se posicionan en estos temas. Prosus es un buen ejemplo de esta nueva situación. El grupo, que cotiza en la bolsa holandesa, posee casi el 29% de Tencent, lo cual es básicamente una buena idea. Pero el gigante chino se ha convertido en una de las víctimas de Pekín, que ha dejado claro que no debe aventurarse más allá de su perímetro actual. Las acciones de Prosus están sufriendo por ello, ya que están estrechamente correlacionadas con las de Tencent (hasta más del 60%). Más directamente, los compradores estadounidenses e internacionales de acciones chinas que acaban de cotizar en Wall Street lo están experimentando con amargura.

¿Continuará la toma de posesión de Pekín en su escaparate capitalista? Probablemente. ¿Debe haber una prima de riesgo permanente asociada? Definitivamente. El régimen chino es capaz de golpear a cualquier empresa, en cualquier momento. Cuando los inversores tienen un gran apetito de riesgo, es fácil descartarlo. Pero si el objetivo es la calidad, se necesita más selectividad.