BRUSELAS, 26 abr (Reuters) - Dentro de unos años, 2021 podría recordarse como el momento en que la Unión Europea dio un verdadero salto adelante, desde su nacimiento tras la Segunda Guerra Mundial como bloque del carbón y el acero hacia una economía de vanguardia, verde y digital.

También podría ser una de las mayores oportunidades perdidas en los 70 años de historia de la integración de la UE, que siempre ha tendido a dar bandazos tras las turbulencias, desde el final de la Guerra Fría hasta la pandemia actual de coronavirus.

"Si se hace a conciencia, podría cambiar las reglas del juego", dijo Carsten Brzeski, jefe mundial de investigación macroeconómica del banco ING, mientras las capitales europeas ultiman esta semana los planes para gastar una cantidad sin precedentes que asciende a 750.000 millones de euros del préstamo conjunto de la UE.

Aunque el plazo del viernes es " flexible" --no hay sanciones si los países se retrasan unas semanas-- la urgencia es totalmente real.

Y si bien no es comparable con el plan de estímulo multimillonario de Estados Unidos que se está planteando --los Gobiernos nacionales de Europa deben apoyar sus propias economías y ya han invertido en conjunto más de tres billones de euros--, es mucho lo que está en juego.

A corto plazo, la UE quiere dar un impulso duradero a la inversión y las reformas en las economías asoladas por el coronavirus y que, según parece, volverán a su dimensión anterior a la pandemia varios meses más tarde que las de Asia, Estados Unidos y Reino Unido.

A más largo plazo, la UE busca el liderazgo ecológico mundial mediante la reducción de las emisiones netas de CO2 a cero para el año 2050, con el fin de frenar el cambio climático y obtener una tajada de la economía digital, ahora dominada por gigantes tecnológicos estadounidenses como Google, Amazon o Facebook.

Las subvenciones y préstamos que se ofrecen a través del Fondo de la UE de Nueva Generación (NGEU) tienen también un propósito existencial: evitar una mayor divergencia entre los países ricos y pobres del bloque que podría destruir su preciado mercado único que cuenta con 450 millones de personas.

El éxito depende, en última instancia, de la calidad de los planes de inversión que ahora prepara cada Gobierno y de cómo se pongan en marcha hasta el final de 2026, cuando muchos de ellos ya no estarán en el cargo.

TODOS LOS OJOS PUESTOS EN ITALIA

Para algunos, el mero hecho de que la UE emita deuda conjuntamente para el plan es un logro tan grande como los proyectos que financiará, porque muchos ven que con el tiempo se convertirá en un acuerdo más permanente de deuda de la UE que se emita y reembolse mutuamente.

Responsables de la UE afirman en privado que los resultados de Italia, el mayor beneficiario financiero del plan y uno de los países más necesitados de reformas profundas, serán decisivos para las discusiones sobre su uso repetido. Si el dinero ayuda a transformar Italia, supondría un argumento de peso para volver a utilizar el plan, dicen.

El primer ministro italiano, Mario Draghi, presentó el lunes el plan del país ante el Parlamento.

Aunque se espera que añada un 2% más al crecimiento de la producción de la UE para 2026, podría pasar aún más tiempo antes de que esté claro si el objetivo de transformación del fondo ha funcionado realmente.

"La cuestión es si las inversiones y reformas conjuntas aportarán beneficios estructurales duraderos. Esta será la prueba del éxito", dijo Mark Wall, economista del Deutsche Bank.

(Editado por Mark John y Toby Chopra; traducido por Flora Gómez en la redacción de Gdansk)